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Unas negociaciones marcadas por la sangre

Los GRAPO (Grupos Revolucionarios Antifascistas Primero de Octubre) iniciaron una serie de contactos con el Ministerio del Interior en noviembre de 1982, cuando el PSOE todavía no había accedido al poder.Posteriormente, con los socialistas en el Gobierno, los GRAPO insistieron y lograron mantener tres encuentros en la cárcel de Herrera de la Mancha, los días 7, 15 y 29 de julio de 1983, con un interlocutor del ministerio, el subcomisario Ramón Lillo, jefe del Grupo de Investigación y Vigilancia de la Audiencia Nacional.

Los GRAPO afirmaron que abandonarían sus actividades terroristas si su partido, el PCE (reconstituido), era legalizado y los militantes encarcelados puestos en libertad, en un plazo que estimaron en dos años.

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Fuentes oficiosas del Ministerio del Interior han coincidido en afirmar que las conversaciones no finalizaron en acuerdos concretos, y puede que ésta sea la causa del inicio de una nueva ofensiva terrorista del grupo, cuando quedan pocas semanas para que salgan en libertad algunos destacados militantes de la organización, entre ellos el máximo dirigente e ideólogo del PCEr, Manuel Pérez Martínez, el camarada Arenas.

"Una opción pacífica"

Pérez Martínez, de 40 años, manifestó a EL PAIS el pasado verano que "la organización busca una opción pacífica, y si se logra el acuerdo no habrá motivos para la lucha armada". Sin embargo, aunque Pérez Martínez controla el aparato PCEr-GRAPO, los militantes que se encuentran en libertad dirigidos por el histórico José Balmón Castell, de 41 años, y otro sector minoritario de los encarcelados, parece que son partidarios de continuar la lucha armada.José Balmón Castell, mecánico, natural de Fuente del Palmero (Córdoba), que salió de prisión a finales de 1982 después de cumplir cinco años por asociación ilícita, recibió una propuesta de la policía en la localidad leonesa de Villaseca de Laciana sobre la base del abandono de la lucha armada,

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Balmón Castell rechazó la propuesta porque sus condiciones no fueron aceptadas, y a las pocas semanas de salir de prisión pasó a la clandestinidad, siendo ahora el máximo dirigente activo de los GRAPO.

En la decisión de continuar la lucha armada y pasar a la clandestinidad tuvo mucha importancia el día 5 de diciembre de 1982,pocos días después del citado encuentro. Ese día moría por disparos de la policía, en Barcelona, el jefe de los GRAPO en aquellos momentos, Juan Martín Luna. De nuevo comenzó la acción-represión. Las negociaciones están marcadas por la sangre.

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