España / Francia
Felipe González ha ido a ver a Mitterrand, en privé, en función de un problema común, mayormente: el terrorismo. Si los franceses fuesen inteligentes (pero sólo son franceses, que ya es bastante), habrían comprendido hace tiempo que el terrorismo de mano negra que angustia a España, es el mismo que les va angustiar a ellos en seguida, pues que hay tramas ocultas que sólo quieren capitalismo salvaje/Friedman o capitalismo del Estado, y quienes nos salimos de esos modelos, estarnos condenados a la ostraspedrín. Felipe. Mitterrand. Allá él. Allá ellos. Mitterrand se siente algo así como una silla fabricada por el carpintero de Luis XV (lo de la carpintería le da el tono socialista/gremialista). Estuve en París cuando su toma de posesión, más o menos, y vi cómo las anchas clases medias, que deben ser la pista de despegue (con radar de superficie) de todo gran socialismo, le abandonaban. "Este hombre es que no se lo monta", le dije a Feliciano Fidalgo. Si Felipe González no se ha traído resultados más concretos del Elíseo, es porque Mitterrand (con mucho menos talento que De Gaulle que le vamos a hacer: a veces el talento, qué cosa, resulta que se da en la derecha) no se ha enterado de que el terrorismo separatista y obcecado, el nacionalismo estrecho y la mano negra le amenazan a él tanto o más que a España. Les gusta tener, tras su álbum familiar, una separata con fotos de su viaje a la España exótica. Pero España ya no es exótica, sino que la Carmen de Marimée ha pasado a ser la Carmen de Mallarmée -"Lolas ríen, Cármenes lloran"; me dijo el viejo maestro en Teide- o sea que está a tope y qúiere aclararse de qué va mayormente el tema. Los franceses siguen exhibiendo esa cursilería de "tierra de asilo", cuando tienen al enemigo en la cocina, pero la Historia ha demostrado que Mitterrand no era un De Gaulle de izquierdas. Qué le vamos a hacer. El hombre imaginativo, en la política, es el que supera las situaciones por elevación. Ese hombre no parece ser Mitterrand. Prefiere seguir manteniendo España al nivel de una japonería decorativa. Aunque sea una japonería socialista. Pero hasta los japoneses se han manifestado, en recientes elecciones, mucho más progresistas de lo que preveían los sondeos. O sea que hay que estar al loro. Yo no sé si Mitterrand está al loro. Por sus libros, que los he leído todos, está más bien al loro de Luis XV, que era un halcón maltés. Allá él. Les pasó cuando el 36. Luego tuvieron que soportar al mariscal Pétain, "el de la mirada clara y la espada limpia, según un escritor fascista que había entonces. Tuvieron que soportar a Cefine (ahora dicen que es bueno, cuando es una mierda), tuvieron que soportar a Jean Pierre de la Rochelle Henry de Montherlant y otros fascistas. Pero, ali la France, la France no tira nada. Pues átame esa mosca política por el rabo revolucionario. Me invitan al Centro Pompidou. Me niego. Se lo cedo a los terroristas, que tendrán más cosas que contar. Almuerzo en La Nicolasa con Luis Marañón, que ha escrito Cultura española y América hispana, de inminente aparición. En ese ancho libro se estudia la sibilina penetración de los franceses en una cultura que por definición histórica era española. Recuerdo la portada de una revista que presentaba a De Gaufle con un cactus en un ojo. Ése era su objetivo. Convencer a los mejicanos, un suponer de que descendían directamente de franceses. Si es que son demasiado.La tele italiana me filma en el Café de Oriente sobre la droga, la cultura postfranquista y otros temas españoles. Voy a El Sol, a felicitar a Gastón en su cumpleaños, con la dulce niña rubia que ha dorado mi tarde/noche. Gran movida de teatros y colegios, en el fin de año. Una vez que París ha perdido la capitalidad del mundo, Francia desarrolla un complejo provinciano de manadero cultural que no culturiza a nadie. Mitterrand se está equivocando hacia dentro y hacia afuera. Mitterrand quisiera ser también el Luis XV de nuestro socialismo.
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