El recuerdo vivo de la música de Antonio Soler
Hoy se cumple el segundo centenario de la muerte de Antonio Soler Ramos (1729-1783), la figura más destacada de la música española en la segunda mitad del siglo XVIII. El Congreso Nacional de Musicología que recientemente se clausuró en Madrid y otras actividades en torno a su figura demuestran la vitalidad del genial autor, que hoy no es sólo un recuerdo del pasado, sino un personaje cuya influencia en la música del presente hace útil su conmemoración.
No es preciso insistir sobre aspectos de la vida y de la obra del padre Antonio Soler, muy bien estudiados en los últimos tiempos, sobre todo en trabajos y publicaciones de Samuel Rubio. Podemos recordar, sin embargo, algunas aportaciones durante el año del bicentenario, escasas si las comparamos a las que tuvieron lugar en 1979, con motivo del 250 aniversario de su nacimiento. Cabe relacionar entre ellas algunos cielos de audiciones comentadas y numerosos conciertos con su música de cámara, de teclado, escénica y religiosa. Recordemos ahora el que tuvo lugar en la iglesia de San Miguel de Cuenca, el 30 de marzo, con la Orquesta Sinfónica de Berlín y el coro de cámara Villa de Madrid, en el que se ofrecieron la Misa en fa mayor R. 226-1 y el Magnificat R. 28. Ambas piezas han sido después grabadas por solistas vocales, grupo orquestal y coro de cámara, dirigidos por José María Barquín, en su disco Etnos, patrocinado por el Ministerio de Cultura, que se presenta esta tarde en Madrid. Mencionaremos igualmente el Miserere R. 295, cuyo estreno en nuestro país llevó a cabo Pascual Ortega, el pasado 10 de noviembre, en el teatro Real, al frente de la Orquesta Sinfónica y Coro de Radiotelevisión Española, estreno realizado a través de una edición hecha en Hungría con motivo del bicentenario.En España se han publicado también este año nuevas composiciones de Soler, como las incluidas en el volumen Música escénica, realizado con estudio y transcripción de José Sierra Pérez (Ediciones Escurialenses y Editorial del Patrimonio Nacional, Madrid, 1983). Por otra parte, la Sociedad Española de Musicología está a punto de lanzar una edición facsímile de la Lleve de la modulación y antigüedades de la música, el famoso libro teórico del padre Soler.
Sin embargo,,nada tan importante para conmemorar el bicentenario como el II Congreso Nacional de Musicología, que, bajo el título El padre Soler y su tiempo, se acaba de celebrar en El Escor¡al.
El II Congreso Nacional de Musicología
Organizado por la Sociedad Española de Musicología, el congreso se centró en cinco sesiones de trabajo: las cuatro primeras, celebradas en el auditorio del Real Conservatorio Superior de Música de Madrid, y la última, en el monasterio de San Lorenzo de El Escorial. Han asistido al desarrollo de las ponencias unos 200 musicólogos, venidos de toda España y del extranjero. Cada sesión de trabajo se ha dedicado a un tema, comenzado per la música de tecla, siguiendo con la música instrumental no de tecla en el siglo XVIII español, la música de teatro, los teóricos del siglo XVIII y la música religiosa y el villancico. Cada una de: las sesiones se iniciaba con la ponencia de un especialista, abriéndose después a las diversas comunicaciones y a las intervenciones libres.
El congreso ha tenido una gran altura científica y en él se han clarificado aspectos oscuros de la vida y la obra de Soler, así como de la música española de su tiempo. Por ejemplo, gracias a una comunicación de Beryl Kenyon sabemos definitivamente que los famosos conciertos para dos órganos de Soler, cuyos orígenes eran muy debatidos, se destinaron a un precioso órgano de dos fachadas, con un teclado en cada una de ellas, obra del organero José Casas para el infante don Gabriel.de Borbón. Este órgano portátil fue vendido en almoneda en 1790, adquirido por Tomás Risueño y vuelto a poner en venta el año 1973 en Madrid. A través de una comunicación de Guy Bourligueux hemos sabido ahora que el fagotista de la real capilla Mateo Soler era hermano del padre Antonio Soler.
Otros temas de teoría, historia y estética relacionados con la música en la época de Soler fueron puestos de relieve a lo largo de las sesiones, como el descubrimiento de un tratado de guitarra de 1766, obra de Juan Antorfio de Vargas y Guzmán, profesor de guitarra en Veracruz, y que fue expuesto por el musicólogo mexicano Gerardo Arriaga, o la localización de dos sonatas y un fandango de Doménico Scarlatti en un archivo de La Orotava, revelada por la musicó loga canaria Rosario Álvarez.
Durante los días del congreso se celebró en el Real Conservatorio una exposición con el título En torno al padre Soler, con interesantísimos manuscritos e impresos, organizada por Juan José Rey. Hubo, además, un ciclo de conciertos, con música del ilustre fraile jerónimo en los que intervinieron, sucesivamente, el organista Miguel, del Barco y el cimbalista Pablo Cano (Conciertos para dos teclados); la Coral Juan del Enzina, dirigida por Íñigo Guibert; el Grupo Barroco Gaudeamus, dirigido por Justino García del Vello (másica escénica), y el Cuarteto Hispiánico Numen, con el elavecinista José Luis González Uriol (Quintetos) Estos últimos clausuraron el congreso en el aula magna del monasterio de El Escorial.
Babelia
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