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Segura victoria de Seaga en Jamaica ante el boicoteo de la oposición que encabeza Manley

, Las elecciones convocadas para hoy en Jamaica sólo se celebrarán formalmente en una decena de sus 60 circunscripciones, al haber desistido el principal partido opositor, de tendencia socialdemócrata. El Gobierno conservador de Edward Seaga tiene garantizada una abrumadora mayoría parlamentaria para los próximos cinco años, aun antes de haberse depositado un sólo voto en las urnas, ya que sus candidatos fueron proclamados diputados electos por falta de más aspirantes.

Sólo un puñado de independientes disputa algunos escaños al Partido Laborista de Jamaica (JLP), que, a pesar de su nombre, representa a la derecha política de la isla. A la vuelta de estos comicios disminuidos podría darse el caso, insólito en una democracia, de que los 60 miembros de la nueva Cámara estuvieran afiliados a esta sigla.Desde su misma convocatoria, estas elecciones han estado señaladas por el signo de la anormalidad. Una censura parlamentaria de rutina presentada por el Partido Nacional del Pueblo (PNP), que dirige el ex primer ministro Michael Manley, bastó para que el jefe de Gobierno anunciara de pronto por radio, la noche del 25 de noviembre, la disolución del Congreso y el llamamiento a las urnas en un plazo perentorio de tres semanas.

Ninguna amenaza se cernía sobre la estabilidad del Gobierno de Seaga, que contaba con 47 diputados, por sólo 13 del PNP. Por dos años más podía haber gobernado sin una oposición consistente, pero el hábil político conservador, cuya imagen sufría un deterioro progresivo debido a la crisis económica, quiso aprovecharse de la ola de popularidad que, le ha supuesto su papel activo en la ocupación de Granada, asegurándose así un triunfo que sería harto dudoso en 1985.

Seaga barrió en las elecciones de 1980 a su rival, Michael Manley, con dos argumentos: su anticomunismo y sus excelentes relaciones con EE UU. Esas recetas bastarían para recuperar a una país postrado económicamente. Los tres años de Gobierno transcurridos demostraron que era un bagaje demasiado pobre.

La amistad con Reagan y el riguroso sometimiento a los planes norteamericanos en el Caribe no han tenido una suficiente correlación económica, el desempleo creció hasta el 28% y la deuda exterior no ha hecho sino aumentar hasta límites inmanejables, que obligaron al país a ponerse en manos del Fondo Monetario Internacional, que le recetó una devaluación del 75% y un riguroso programa de austeridad.

La crisis había empezado a mellar la credibilidad del Gobierno, que en mayo le colocaba por debajo de la oposición, según las encuestas. El envío de unas decenas de soldados a Granada para arropar la intervención norteamericana fue suficiente para que la popularidad del JLP subiera de nuevo al 53%, momento que aprovechó Seaga para convocar elecciones anticipadas.

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El Partido Socialdemócrata de Manley no ha superado aún las secuelas del desastre electoral de 1980, que originó varias purgas en sus dos alas extremas, la radical y la moderada. El secretario general, D. Duncan, tuvo que dimitir, bajo la acusación de que estaba construyendo un partido que no era más que una versión modificada del JLP, es decir, por una excesiva derechización.

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