Ambiente de miedo e impotencia entre los refugiados del País Vasco francés

Si, como se ha apuntado en medios políticos franceses, la intención del secuestro de Segundo Marey era el de provocar el temor entre la población que se relaciona habitualmente con los refugiados vascos, puede decirse que la organización autora del secuestro ha cubierto su objetivo.La irrelevancia política y social de la víctima del secuestro, un ciudadano más, afincado en Francia desde la guerra civil española, la incógnita sobre la identidad organizativa de los secuestradores y sus intenciones, y el silencio, "espantoso silencio", al que aludían estos días los familiares de Marey, han generado en el País Vasco francés una situación de inseguridad e impotencia en la que se ha sentido atrapada buena parte de la población.

El alcalde de Hendaya, Rapliael Lassalette, que se entrevistará este mismo martes con Gaston Defferre, ministro del Interior francés, ha definido la situación creada tras el secuestro con calificativos como "trágica e intolerable".

"No podemos consentir que perdure esta situación de iniedo", dijo el alcalde, y, a continuación, añadió: "Continuamente recibo noticias de gente que, con razón o sin ella, se siente perseguida". Rapliael Lassalette cree que son necesarias las medidas policiales, pero sobre todo un acuerdo entre los ministerios del Interior de España y Francia. Asegura que la presencia de policías españoles de paisano en las capitales vascofrancesas es una evidencia diariamente constatable.

Después del secuestro, los refugiados vascos no frecuentan los bares con la asiduidad de antes, y cuando lo hacen van en grupos muy numerosos. Han tomado medidas de protección, y más de un joven turista que ha cruzado estos días la frontera para procurarse los tejanos auténticos, o efectuar la compra ritual del paté y del queso, se ha visto abordado por un grupo de refugiados, ante los que ha tenido que identificarse entregando su carné.