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Tribuna:SPLEEN DE MADRID
Tribuna
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La baraja

Yo es que ya lo tengo claro, o sea que se lo voy a aclarar a ustedes. La derecha navegante, la derecha solitaria, la derecha que se autovende obras de arte a sí misma, para decorar Barajas, la derecha/quesito en porciones, ha descubierto hace tiempo el truco de la baraja, una cosa como El circo imaginario que hacen ahora en Madrid, tipo ilusionista, y con eso nos va distrayendo, que es como un trucaje de feria o un timo de naipes en la pradera del Santo. El primero en fijarse, claro, ha sido el parado, que está siempre al loro en la esquina del frío:-Ya está, señor Umbral; como son cuatro, se enseñan una semana cada uno.

No está mal pensado. Una semana sale Schwartz con que su liberalismo es más tónico. "He aquí nuestro hombre", se dice la derecha sepia, golpeando el periódico con un dedo. A la semana siguiente sale Garrigues: "No se concibe una sociedad libre sin liberalismo". Es el Kennedy español, musitan las pin/up de Serrano (anoche estuve con Antonio en el Café de Oriente: Antonio hace liberalismo por libre). A la otra semana, alguien baraja la baraja, alguien juega los naipes y sale otra de las figuras. Nos están echando las cartas todo el año. Osorio, un suponer, nadando entre dos aguas y guardando la ropa de los domingos: "Es el sucesor de Fraga", canta el personal. Luego, Fernando Suárez, que tiene colgada en la pared, como una cigarrona de óxido, la bicicleta de Bahamontes para eso de que ya no haya Pirineos. "Aquí está nuestro hombre invicto", rebordonean las tertulias de Embassy. "Por fin volvemos a tener un caudillo". "Un caudillo, dices: un generalísimo". "Mujer, como ahora quienes quieren un generalísimo son los rojos. Aparte que no sé qué es más: si caudillo o generalísimo".

Y en este plan. Luego llega Álvarez Álvarez, cuando ya ha llenado Barajas de cosas, tipo bisutería: cosas que luego se llevan por delante los aviones, en sus catástrofes puntuales. "Notorio notario". "Verstrynge, si usted se fija -me decía el parado-, ya sale menos en la baza de espadas nacional. A lo mejor está en el armario con su señorito, leyendo diagonalmente a Vázquez de Mella". Sí. Los clásicos, digamos, de la oposición, salen menos. Ruiz-Gallardón ha salido con la papela de la sentencia como si le picase la abeja del holding (ellos no saben decir "grupo"). Herrero de Miñón, que no era la mejor barca del puerto, pero sí quien tenía los mejores movimientos cuando Rumasa, se ha quitado del sol para que no le queme la cara. Óscar Alzaga se reconstruye pofiticamente. Ahora, después de unas semanas rotatorias, le toca otra vez a Fontán, quien ha presentado en sociedad su apuesta por la Coalición. Tengo muy repetido que los franceses, cuando no tienen un André Gide, un Sartre, se inventan una escuela. Nuestra derecha, que carece de radar de superficie, está haciendo lo mismo. Como no tienen un gran hombre que vender a su personal y tanto Fraga/Beethoven me cansa, que dijo la Chata en los toros, se han sacado una maña que es semejante a la de los franceses: cada semana presentan a la opinión (a la gente de orden le gusta mucho sentirse "opinión") un naipe nuevo, que es viejo de tres semanas antes, pero que aparece como reciclado. Ya tenemos nuestro hombre, por fin un líder, esto marcha, si ya lo decía yo, él tenía que ser, y así mucho rato. O sea, que están probando motores en el circuito del Jarama. Fontán apuesta así mismo por las autonomías y la Constitución. Muy loable. Pero las apuestas son lo de menos. El caso es tener el caudillo civil eterno por una semana, para que la cosa no decaiga. Fontán es representante de la mesa liberal. Se ha vestido de rockero fondón en el Club Liberal de Madrid, como Tina Turner en Morasol, para decir que "hay que restablecer las libertades que hayan sido erosionadas por la política socialista". "Estupefaciente", que diría Ortega dentro de sus obras completas.

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