Argentina: ¿hacia Weimar?
En algo más de doce años, la moneda argentina se ha devaluado en un 7.000.000%. En 15 años, Argentina ha cambiado tres veces de signo monetario. Para el autor de este trabajo, la situación económica del país del Plata es terrible, y el próximo ministro de Economía tendrá una bomba con, la mecha encendida debajo de su asiento.
Fue en 1922-1923, durante la República de Weimar, en Alemania, cuando se llegó a utilizar el dinero para empapelar las paredes: tal era su escaso valor. De seguir el actual camino, poco le faltará a Argentina para igualar aquel récord histórico de depreciación de la moneda. Mientras la hecatombe monetaria de Weimar se da durante algunos meses, cruzándose la línea de la hiperinflación para entrar en el trueque, en Argentina viene ocurriendo algo así como un Weimar en etapas.Los alemanes llegaron a tener la unidad monetaria de más alto signo: un billón. Argentina tiene hoy uno de 100.000.000 disfrazado bajo el rótulo de 100 pesos argentinos.
Suprimir ceros
Sucede que en 15 años Argentina ha cambiado tres veces de signo monetario. En lo que va de siglo, hasta 1968, rigieron los pesos moneda nacional, fecha en la que el Gobierno militar de aquel entonces decidió quitarle dos ceros al signo monetario, creando los pesos ley 18.188. En junio de 1982 ha hecho su aparición el peso argentino, quien tiene como virtud tener cuatro ceros menos que el peso ley.
En consecuencia, tenemos que, en 15 años, es lo mismo decir: 1.000.000 de pesos moneda nacional que 10.000 pesos ley 18.188 que un peso argentino.
Son equivalentes entre sí, y una manera original mediante la cual, en vez de agregar ceros, como en Weimar, se les quita y cambia el nombre, pero encubriendo el mismo fenómeno: la hiperinflación. Aunque mientras ésta se descontroló totalmente en Alemania, en Argentina se la dosifica al compás del tipo de cambio, quien oficia de verdadero Lucifer en la economía argentina.
El lector puede apreciar, al margen de comas y nombres, que entre 1970 y 1973 se devaluó un 150% entre 1973 y 1976, un 1.300%; de marzo de 1976 a abril de 1981, el 2.000%; de abril de 1981 a junio de 1982 -en que finaliza el conflicto de las Malvinas-, el 400%, y de allí a la fecha, casi el 1.700%. Y si bien el actual tipo de cambio oficial no es de pesos argentinos 28, sino su mitad, dado que dicho es el valor de mercado en que lo hemos colocado. Tenemos, en consecuencia, que desde 1970 hasta la fecha la moneda argentina se desvalorizó en 7.000.000%. Sí, leyó bien: 7.000.000% (Véase cuadro adjunto).
Si a esto le sumamos que, proyectando las actuales tasas inflacionarias, se tendría un aumento de los precios de un 600% anual, el problema ya no es Weimar, en el que Argentina está, sino hacia dónde va este Weimar.
De pronto, debe tomarse en cuenta que la bandera de remate ondea sobre todo el país. Que el problema en los negocios no es vender, sino cobrar. Que buena parte de los asalariados debe mantener una familia ganando 17.000 pesetas. Que no es que siempre se haya vivido mal, sino que hoy se vive lo que jamás se había visto para las actuales generaciones, que se encuentran, objetivamente, sin futuro alguno. No es nada raro ver a médicos trabajando de almaceneros; a profesores de historia, de diarieros; químicos, abogados. y psicólogos, de vendedores ambulantes; arquitectos y sociólogos, de taxistas. Se estima conservadoramente que hay un millón de desocupados -sin seguro de paro alguno-, en una población activa de 10 millones, en una nación de 28 millones de habitantes. El cálculo económico es inexistente en una economía donde la tasa de interés real de mercado oscila alrededor del 25% mensual. De hecho, no se da abasto con la cantidad de juicios, y, en el fondo, se espera una moratoria generalizada de las deudas, trasladándose al centro de gravedad de la economía la relación deudor-acreedor.
Las sucesivas detenciones y enjuiciamientos de hasta ayer importantes miembros del régimen por otros miembros del mismo régimen pueden, a priori, sonar grotescas. Y si bien lo son, más allá de lo grotesco está lo real: no hay poder. El poder se encuentra totalmente fragmentado, al igual que la representatividad está cuestionada. Si, en general, nadie es nadie, quien algo es tiene más en contra que de su lado.
La deuda externa
Y mientras el Gobierno sigue manifestando: "Argentina cumplirá con sus obligaciones internacionales", en alusión al pago de la deuda externa, día a día son más quienes no están dispuestos a pago alguno, mientras que vastos sectores se muestran indecisos ante la propuesta, mayoritaria hoy, de primero investigar la deuda -separando deuda comercial de la financiera pura, de los autopréstamos, las compras de armamentos-, y luego decidir.
Y como reflejo de esta crisis, lo precios siguen subiendo, exasprando a los asalariados y a la clase media, quien se encuentra en medio de una inestabilidad sin parangón.
Pocos países del mundo, con Argentina, pueden estar en una situación en la cual alguien se acueste rico y pueda al otro día levanta se pobre, ante la inexistencia de reglas de juego.
Hace poco, uno de los candidtos presidenciales, en las recientes elecciones generales, dijo: "El próximo ministro de Economía tendrá una bomba con la mecha encendida debajo de su asiento". Como van los acontecimientos, y a la velocidad actual, la bomba no es que estará debajo del próximo ministro de Economía, sino que ya encuentra en medio de la sociedad.
La que fuera la Europa de Amé rica ya no lo es más. Argentina se ha integrado a América Latina y padece, en consecuencia, de su mismo cuadro clínico.
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