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La subida de, los carburantes supondrá un desembolso adicional para los consumidores de 142.000 millones de pesetas

La subida de precios autorizada por el Gobierno en los carburantes supondrá para los consumidores un desembolso adicional de 142.000 millones de pesetas, dé los cuales más de 89.000 irán a impuestos según las previsiones manejadas por la Administración para preparar el aumento. La factura total que pagará el consumo ascenderá, si se cumplen tales hipótesis, a 1.750.000 millones de pesetas, con incremento próximo al 10% sobre la que se obtendría sin revisión de precios.

La Compañía Arrendataria del Monopolio de Petróleos, Sociedad Anónima (Campsa) había calculado de cara a la subida que, debido a la depreciación de la peseta y a todos los gastos del proceso -refinerías y red de distribución-, el mantenimiento de los precios anteriores le impediría tener resultados positivos. Por tanto, no podría pagar renta por el monopolio a Hacienda, renta que para el presente año ascenderá a 112.000 millones de pesetas brutos. De esta cantidad habrá que descontar, para llegar a la cifra neta liquidable, 38.500 millones de desgravación fiscal, 10.750 millones de devolución de anticipos al Estado y subvenciones de años anteriores y 30.984 de devolución de un crédito para pagar deudas con las refinerías.La pérdida de resultados de Campsa sería por término medio de 2,6 pesetas por litro o kilo de carburante vendido. Ello tendría un reparto desigual, pues mientras las gasolinas aportarían 5,2 pesetas por litro, después de asumir las elevaciones de costes previstos, los gasóleos y fuels arrojarían fuertes resultados negativos. Esta atribución de resultados fue estimada al margen de la recaudación fiscal aportada por cada producto. De los 369.300 millones de pesetas a que se ha previsto asciendan todos los impuestos, 89.200 millones más que en el presente año, 269.800 saldrán de las gasolinas, pese a que las ventas de gasolinas suponen menos de la mitad de la factura que pagará el consumo (con los nuevos precios, 870.000 millones).

Impuestos y renta por litro

Aparte de las 5,7 pesetas que aporta a la renta del monopolio, cada litro de gasolina super lleva 37,1 pesetas de impuestos. El litro de gasolina de 90 octanos aporta 3,1 pesetas a la renta y 36,2 pesetas de impuestos. El de gasolina de 98. octanos, 6,2 pesetas de renta y 37,6 de impuestos. No obstante, por el volumen total de consumo, la principal fuente de recaudación fiscal será la super, con 205.400 millones de pesetas, frente a los 56.200 millones de la de 90 octanos y 8.241 millones de la de 98.Si a última hora el Consejo de Ministros no hubiera decidido mantener los precios del gasóleo B (de usos pesqueros) y C (de calefacción), la factura total pagada por el consumo en 1984 hubiera aumentado, respectivamente, en 13.900 y 9.300 millones de pesetas más. Con los precios anteriores, se estima que el consumo total del primero ascenderá a 127.500 millones de pesetas y el del segundo a 86.300 millones. La continuidad de los precios supondrá, según estimaciones de Campsa, resultados negativos para el monopolio de 18.800 millones por el gasóleo B y casi 5.000 por el C.

Las anteriores previsiones, además de haber sido formuladas con el aumento de costes reconocido por el Gobierno al autorizar la subida, han partido de que el consumo nacional de. carburantes alcance durante el próximo año los 29,9 millones de toneladas, con incremento cercano a 1,5 millones respecto al calculado para 1983.

De la factura total prevista, las refinerías se llevarán 1,18 billones de pesetas (39,6 pesetas de promedio por litro o kilo), los gastos e distribución, 132.500 millones (4,4 pesetas por litro o kilo) y los impuestos, 369.300 millones (12,3 pesetas por litro o kilo).

La fórmula polinómica utilizada para calcular los nuevos precios ha elevado el coste de la tonelada desde 35.698 peseta; a 37.970 pesetas. Para ello se ha multiplicado el coeficiente 1,0 1 por el nuevo precio medio estimado para el barril (28 dólares, frente a los 32,26 manejados en el cálculo para la subida de diciembre de 1982), luego por el nuevo precio medio del dólar (156 pesetas, contra 127,66 de la subida anterior), después por un índice de conversión del barril en toneladas (se ha mantenido la magnitud 7,36), y, finalmente, por el nuevo coste de refino (5.422 pesetas, sobre 5.009 pesetas en la subida de diciembre de 1982).

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