La clinica de la Concepcion
En la Tribuna Libre publicada en su periódico el 25 de noviembre de 1983, el ex secretario de Estado para la Sanidad doctor Varela Uña escribe defendiendo el sistema de funcionamiento hospitalario que representa la clínica de la Concepción y basando sus cualidades en "su espíritu de responsabilidad, de libertad y de progreso", los cuales entiende que están amenazados en estos momentos.Y el doctor Varela Uña se equivoca. Y se equivoca porque lo que está amenazado en la Fundación Jiménez Díaz no son sólo estos principios, sino la propia supervivencia del centro hospitalario. El "sistema de responsabilidad, de libertad y de pro eso" que caracteriza a la fundación ha dado lugar a una situación de déficit económico agobiante y creciente, que en estos momentos amenaza con estrangular de forma inmediata la economía de la clínica y, por tanto, su supervivencia.
Si bien la fundación ha podido dar un buen rendimiento en sus fines durante casi 30 años, no ha sido por su régimen funciona¡, sino porque tal sistema se vio amparado por unas relaciones de tolerancia económica por parte del régimen anterior, que no hubieran resistido el más leve análisis crítico desde el punto de vista de la honestidad financiera. Y no hablemos de algunas de las peculiaridades y libertades del centro, que ensalza, entre las que se encuentra la de realizar dos trabajos durante el mismo horario, la libertad para invitar a formarse a médicos latinoamericanos que después se tienen abandonados por los pasillos del hospital, etcétera, ejemplos estos que también exporta la clínica de la Concepción.
La trayectoria y eficacia de la clínica, en sus principios de asistencia, docencia e investigación, es, no obstante, importante, pero afortunadamente en el momento actual no es exclusiva y ha sido alcanzada, si no superada, por numerosos centros hospitalarios con principios de funcionamiento distintos a los de una fundación privada.
El buen historial de esta clínica no se debe precisamente al sistema de funcionamiento, que ahora la está ahogando, sino a la visión de futuro que tuvo su fundador, que consiguió poner en marcha un hospital moderno de la forma que pudo, con muchos años de antelación a otras instituciones. Y el buen resultado no se debe a la fórmula fundacional utilizada, sino al espíritu de trabajo que don Carlos Jiménez Díaz confirió al conjunto de la fundación y que sus trabajadores mantuvieron y perfeccionaron posteriormente.
Espíritu y eficacia que sin duda se mantendrá, sea cual sea el principio en el que se inscriba el futuro de esta institución hospitalaria, con tal de que el mismo haga desaparecer la actual precariedad e inseguridad en el trabajo. / médico. Fundación Jiménez Díaz.
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