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El 'jumbo' volaba a muy baja altura, pero no se lo advirtió el centro de control de Paracuellos

Carlos Yárnoz

El avión jumbo Boeing 747 de la compañía colombiana Avianca siniestrado el pasado domingo en las cercanías de Madrid volaba poco antes de producirse el accidente a 2.600 pies (unos 792 metros) sobre el nivel del mar, cuando la altitud adecuada debía ser de 3.2196 pies (1.035 metros). El avión perdió altura en escasos segundos por causas desconocidas, circunstancia que tuvo que ser detectada en las pantallas de radar del Centro de Control de Paracuellos del Jarama, desde donde, sin embargo, no se advirtió al comandante del jumbo de su errónea situación. Esta es una de las primeras conclusiones provisionales a las que han llegado miembros de la comisión investigadora, según han informado fuentes próximas a ese órgano técnico.

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De acuerdo con las fuentes informantes, este extremo no significa que los controladores de Paracuellos puedan tener alguna responsabilidad en el suceso, ya que, en cualquier caso, "parece que los datos de navegación que suministraron al avión fueron los correctos". "En todo caso, pudo producirse una omisión al no comunicar inmediatamente al avión la pérdida de altura", precisaron. De estos hechos se deduce que, si la súbita pérdida de altitud se debió a un simple error del comandante, existió la posibilidad de evitar el accidente si le hubieran comunicado con rapidez la anomalía. En este sentido, los propios controladores de Paracuellos del Jarama facilitaron la última conversación mantenida con el avión, en el curso de la cual no hacen ninguna referencia a la baja altura que tenía el avión en los segundos anteriores al accidente. Respecto a esta misma cuestión, pilotos que han tenido acceso a parte de la información reservada sobre el accidente han señalado que el control de vuelo sobre los aviones que se acercan a Madrid debe ser mantenido por Paracuellos del Jarama hasta que los aparatos sobrepasan la baliza conocida por las siglas MA (Mike Alpha, en el lenguaje aéreo), última antes de la pista de Barajas. Sólo después de pasar esa baliza, el control pasa a la misma torre del aeropuerto.Cuatro minutos

Sin embargo, en el caso del jumbo de Avianca -"y lo cierto es que suele hacerse en casi todos los casos"- el centro de Paracuellos pasó el control a la torre de Bara jas antes de que el aparato hubiera sobrevolado la citada baliza. En la torre de Barajas, no existe radar para controlar la altitud exacta del avión y, de hecho, casi todo el con trol de los aparatos se hace visual mente, mientras que en este caso los operadores de la torre ni si quiera llegaron a ver los focos del jumbo. A pesar de ello, los técnicos de Paracuellos podían haber comunicado inmediatamente al avión su situación errónea.

Una vez producido el accidente (a la 01.04 de la madrugada), y según las misnias fuentes informantes, pasaron al menos cerca de cuatro minutos hasta que los controladores de Paracuellos y de la torre de control de Barajas se pusieron en contacto para preguntarse qué había ocurrido con el vuelo de Avianca. Ante el desconcierto, desde la propia torre llamaron a las oficinas de Avianca en el aeropuerto para preguntar si disponían de alguna información.

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Por otra parte, el cadáver del comandante del Jumbo, Tulio Hernández, aún no ha sido identificado, por lo que no ha podido hacerse el obligado estudio médico sobre las condiciones físicas en que se encontraba cuando ocurrió el accidente. Este tipo de estudios, dificultado por las mutilaciones y quemaduras que presentan casi todas las víctimas, ya está siendo hecho sobre los otros miembros de la tripulación. El análisis de los restos del comandante, en el caso de que sea finalmente identificado puede arrojar valiosa información sobre lo ocurrido. Algunos expertos se aventuran a decir que Tulio Hernández, que llevaba más de 30 años pilotando aviones, debió de sufrir algún ataque o un infarto, razón -no basada en ningún indicio concreto- por la que perdió el control del avión en escasos segundos.

Sobre la firma

Carlos Yárnoz
Llegó a EL PAÍS en 1983 y ha sido jefe de Política, subdirector, corresponsal en Bruselas y París y Defensor del lector entre 2019 y 2023. El periodismo y Europa son sus prioridades. Como es periodista, siempre ha defendido a los lectores.

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