Administrativos, fuera
Nadie niega que la función pública requiera una reforma en profundidad que la sanee y modernice y, por supuesto, esa reforma ha de ser orientada al modelo de sociedad que los españoles han manifestado, con su voto, desear mayoritariamente. Hasta ahí estamos todos de acuerdo. Lo que ya no nos entusiasma tanto es vernos convertidos en títeres histriónicos para divertimento de nuestros conciudadanos.Lo lamentable y cierto es que se ha aprobado en Consejo de Ministros una ley de Reforma de la Función Pública que deroga cuantos derechos nos reconocía la vigente legislación, sustituyéndolos por obligaciones y penalizaciones, sin concedernos siquiera el equivalente a la asistencia al detenido.
Como indicativa muestra de esa indefensión que públicamente denunciamos, la Asociación del Cuerpo General Administrativo, incomprensiblemente, no ha obtenido aún la mínima respuesta al escrito que con fecha 20 de junio de 1983 elevó a la Secretaría de Estado para la Función Pública. En el mismo se pedía la elevación del coeficiente del Cuerpo General Administrativo, apoyando tal petición en la incongruencia que supone, en una Administración que parece se pretende racionalizar, la creación de un Cuerpo General de Gestión, con coeficiente muy superior al del Administrativo, al que se asignan idénticas competencias del que a éste atribuye la vigente ley de Funcionarios Civiles del Estado; cuando en un sentido estricto de justicia y congruencia, lo que procedería sería adjudicar el coeficiente previsto para el nuevo cuerpo, al que ya de hecho y derecho desempeña aquellas funciones.
Naturalmente, nuestra asociación formula sugerencias y objeciones al anteproyecto de ley de Medidas para la Reforma de la Función Pública. Sorprendentemente, las mismas no han merecido comentario alguno por parte de la secretaría de Estado correspondiente, a pesar de que nuestro colectivo es el que soporta mayor carga en la pretendida reforma, dado que está dentro de la proporcionalidad seis, la más baja de las afectadas por la reducción de la edad de jubilación, y tiene el más elevado número de funcionarios comprendido en la cúspide de la pirámide de edades, alcanzando casi al 50% del total.
Finalmente, cabría señalar la tradicional marginación del Cuerpo en cualquier posible mejora, tanto si en ella prima la triste situación de los niveles más bajos, como si aquélla se consigue por presión de los cuerpos superiores. Valgan para ilustrar esta afirmación dos ejemplos muy próximos: la distribución del 2,5% de la masa salarial del año 1983 y la inclusión del Cuerpo General Técnico en el complemento de productividad.
El Cuerpo General Administrativo, uno de los más representativos y puntal decisivo en la gestión pública, vuelve a estar en peligro de quedarse, una vez más, al otro lado del camino. Asociación de Funcionarios del Cuerpo General Administrativo de la Administración Civil del Estado.
