Preocupación en los Estados árabes del golfo Pérsico por la marcha de la guerra Irán-Irak
Los Estados árabes del golfo Pérsico se: muestran preocupados por la evolución de los acontecimientos en la guerra entre Irán e Irak. La amenaza que meses atrás lanzó Teherán de cerrar el estrecho de Ormuz en el caso de que la aviación iraquí utilizase los aviones franceses Super Étendard, dotados de misiles Exocet, contra los barcos que utilizan la terminal petrolera iraní de Jarq, ha cobrado actualidad con el hundimiento de un carguero griego el pasado lunes por aparatos iraquíes. Por el momento, las autoridades iranies guardar, silencio sobre el incidente. Sin embargo, fuentes de los servicios de espionaje británicos señalan concentraciones de tropas y efectivos iraníes en las cercanías de esa estratégica vía petrolera que es el estrecho de Ormuz.
ENVIADO ESPECIAL Las monarquías petroleras del golfo, alineadas junto a Irak en su guerra contra Irán, sufren agudamente los efectos de una contradicción, que se agiganta cada día a muy pocos kilómetros de sus costas, con el curso de los combates: si continúan apoyando a Irak temen granjearse la ira del anciano Jomeini, pero si retiran el apoyo a Bagdad temen que Jomeini exporte su revolución a los emiratos petroleros. Éste es el dilema que agobia a los riquísimos jeques del golfo, consternados por el curso de una guerra que no pueden controlar, pero que se les viene encima abruptamente y cargada de amenazas para su subsistencia económica.
Por ello, toda la atención está hoy centrada en Kuwait, donde se reúnen los dirigentes petroleros de la OPAPP, Organización de Países Árabes Productores de Petróleo, con la esperanza de que Siria se decida a abrir el oleoducto entre Mosul y Benhayias, en el Mediterráneo. Si Damasco decide reabrir el conducto, la tensión en el área del golfo puede remitir grandemente, ya que ello permitiría a Irak sortear el sofoco al cual se ve militarmente sometido por Irán, que le impide exportar siquiera una gota de petróleo por el golfo Pérsico desde el origen de la guerra irano-iraquí, en septiembre de 1980.
Esta asfixia de las exportaciones de crudo iraquí ha sido la que ha llevado a Sadam Husein a amenazar a irán con bombardear su pulmón económico de Jarq con los aviones Super Étendard comprados a Francia y provistos de los exitosos cohetes Exocet para la guerra naval. Pero esta pretensión iraquí fue vivamente atajada por Jomeini, que jura que si Irán se ve oblligado a cesar en sus exportaciones desde Jarq, los persas cerrarán el angosto estrecho de Ormuz y todos los Estados ribereños se verán obligados a suspender sus exportaciones de crudo por esta vía.
El bloqueo del oleducto
Si hoy Siria decide mantener el bloqueo del oleoducto iraquí tras la reunión de Kuwait, la situación en el área del Pérsico puede trepar dramáticamente e internacionalizarse el conflicto irano-iraquí hasta límites que nadie puede averiguar. El estrangulamiento económico iraquí, que adeuda miles de millones de dólares a sus acreedores europeos y árabes, Francia a la cabeza de todos ellos, está ocasionando el estrangulamiento kuwaití, que destina excedentes de su producción, al igual que Arabia Saudí, para ayudar a Irak a salir del atolladero en el que le ha puesto la guerra.
Pero esta situación no puede prolongarse mucho tiempo más. La copiosa ayuda financiera de los países del golfo a Irak no está dando resultado alguno, y cada día crece la convicción de que Irak, si bien puede no perder esta guerra, nunca parece que pueda ganarla, mientras se sabe que, dadas sus condiciones geoeconómicas, Irán muy difícilmente podrá perder la contienda.
Propuesta de Omán
El dilema de los pequeños principados no parece tener solución. Una de las que se barajan, la incorporación de Irán e Irak al flamante Consejo de Cooperación del Golfo, ha sido rechazada rotundamente por uno de los miembros del CCG, Omán, cuyo poder crece cada día. Tanto es así, que ayer el ministro omaní de Información, Al Rowas, sugirió que su país tiene la solución del conflicto mediante la construcción de un oleoducto, a través del cual los jeques del golfo Pérsico puedan ex portar su crudo esquivando el es trecho de Ormuz, amenazado por Irán.
Pero esta fórmula, que algunos creen salvadora, tardaría mucho en materializarse y daría al régimen de Omán la posibilidad de convertirse en el árbitro de una situación de cuyo control los demás jefes de los emírantos del golfo recelan grandemente.
Omán, el más diferencial de los Estados del área, y también el menos desarrollado, se encuentra fuertemente alineado con Estados Unidos, hecho éste que, desde el punto de vista de la política interior de estos Estados, no conviene exponer muy abiertamente tras el descalabro político y diplomático sufrido por Washington en el curso de los acontecimientos en Irán a raíz de la revolución islámica de Jomeini.
Los aspectos más espinosos de este diferendo parecen hoy sin embargo, más amortiguados.
Éste es el embrollo en el que la situación se halla hoy en el golfo. La salida puede estar en manos de Siria, pero el presidente sirio Asad parece más preocupado por los acontecimientos de Líbano. En Dubai se cree que tal vez Siria acepte abrir el oleoducto iraquí de Mosul a Benhayas, pero ¿cuál será el precio que Damasco impondrá a esta iniciativa? ¿A quién intentará hacerlo pagar? ¿Estarán dispuestos Estados Unidos e Israel a hacerlo?
Mientras se despejan todas estas dudas, Irán parece concentrar tropas y efectivos en las inmediaciones del estrecho de Ormuz, donde fuentes de la inteligencia británica aseguran que el trasiego de aviones P-3F Orion de reconocimiento, así como de helicópteros SH-3D para la lucha antisubmarina y naves del tipo RH-5. Para estas fuentes, se trata de un hecho inquietante.
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