Música contemporánea para un público insólito
No marcha bien el Centro para la Difusión de la Música Contemporánea, por mucho que nos duela tener que decirlo. Suponemos que para la próxima temporada el concepto de difusión impondrá variaciones en la orientación, empezando por la localización de las actividades, ahora limitadas al teatro Real, de Madrid, quizá un marco que sería bueno excluir por varias razones que algún día expondremos.Pero hay además, hasta la fecha, deficiencias notorias en el rodaje de estas actividades, deficiencias que afectan a la publicidad y a la indecisión de horario y que traen como consecuencia una escasísima afluencia de público, paliada en el concierto del pasado miércoles con invitación masiva a colegiales, lógicamente no familiarizados con el habitual estar en un concierto y que se encontraron con un espectáculo no pensado ni preparado para ellos.
Ragtime (Stravinski):
Concierto de cámara (Guerrero); Cuatro piezas para clarinete y piano (Berg), El manantial (De Pablo), Ocho por Radio (Revueltas), y Memoria Erosión (Murail). Grupo Koan. Director: José Ramón Encinar.Teatro Real. 16 noviembre 1983. Madrid
Por lo demás, el concierto fue espléndido, desde la concepción del programa hasta su realización. Entre Stravinski y las Piezas, de Alban Berg, que tan bien expuso Adolfo Garcés, escuchamos el Concierto de cámara, de Paco Herrero, música tensa y perfectamente construida por el joven compositor.
La segunda parte nos permitió recordar el ingenio y excelente oficio de un clásico -Silvestre Revueltas-, junto a idos composiciones actuales.
El manantial, de Luis de Pablo, fue una de las obras estrenadas en Valladolid hace ahora un año, en un importante concierto de homenaje a Jorge Guillén. En su primera audición madrileña nos pareció una página muy coherente con la última producción de Luis de Pablo en torno a la voz -Pocket Zarzuela, Canción, Sonido de la guerra-.
Logra un atractivo clima poético y trata a cada instrumento como solista que comenta y hasta dialoga con la soprano cantante. Ana Higueras cantó bien el poerria y sobre la cuidada versión acaso señalaríamos solamente cierto exceso de volumen en el percusionista en relación con la voz no grande de la soprano.
Memoria-Erosión, de Tristáin Murail, es una partitura interesante que revela hasta qué punto la electrónica ha dejado su huella incluso en músicas que se atienen a los instrumentos tradicionales. Pelegrín Calves actuó con seguridad en su papel de solista e impulsor de la elaboración a la que el autor somete los motivos base de la obra.
José Ramón Encinar dirigió al Grupo Koan con la precisión y musicalidad que tantas veces hemos admirado y comentado.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.