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Los administradores de Rumasa pagaron 'Ias letras del aceite' siguiendo instrucciones de la policía.

Los administradores de la Rumasa expropiada pagaron, a primeros de julio, cuatro letras falsas, por valor de unos cinco millones de pesetas cada una, siguiendo instrucciones de la policía. Las autoridades policiales pretendían descubrir la red principal de los mercados clandestinos del alcohol y del aceite en la que se había infiltrado o trataba de infiltrarse el inspector Juan José Medina Lozano, actualmente detenido y acusado de presunta estafa y malversación de caudales públicos. La operación antialcohol, fruto de la colaboración entre la Brigada de Interior y la Dirección General de Aduanas, fue iniciada en enero de este año, y tiene relación puramente accidental con la Rumasa expropiada. La desviación masiva de alcohol industrial desnaturalizado hacia el consumo humano recuerda el tráfico ilegal de aceite de colza que precedió al dramático síndrome tóxico en 1980.

La falsificación de las cuatro letras formaba parte del cebo con el que la Brigada de Interior trató de capturar a los alcoholeros clandestinos, cuyo beneficio espúreo supera anualmente los 8.000 millones de pesetas a costa de la hacienda pública.Las cuatro letras, aceptadas con fecha 4 de enero de 1983, pero firmadas supuestamente por José María Ruiz-Mateos después de la expropiación de Rumasa, y con vencimiento el 27 de junio de 1983, eran el compromiso de pago que Rumasa adquiría al comprar la empresa aceitera Skill, S.A., propiedad de José Moisés Domínguez Saiz, quien, al parecer, colaboró alguna vez con la Dirección General de Aduanas y con la policía en la información sobre contrabando y desviación de alcohol y aceite.

Las sospechas de la policía acerca de un supuesto doble juego del inspector Medina una vez que conectó con los aceiteros -y no sabemos si también con los alcoholeros-, y las del propio Domínguez hicieron perder las esperanzas depositadas en tan delicada y confusa operación. Cuando el pasado 6 de septiembre Medina fue detenido e incomunicado en una comisaría de Carabanchel, acusado de infidelidad en la custodia de documentos, la confusión y la decepción crecieron en los medios oficiales que conocían la operación. Filtraciones misteriosas y parciales sobre supuestos celos policiales y dobles juegos cubrieron el vacío creado por el oscurantismo informativo del Gobierno. A primeros de noviembre fueron detenidos los presuntos socios del policía Medina, José Moisés Domínguez y Rafael Oftós Caro, con quien Ruiz-Mateos dice no haber colaborado desde hace 15 años y el Gobierno supone que es el "representante legal" del fundador de Rumasa en Sevilla.

Alcohol y golpismo

La policía buscó también a Román Cantarero Sánchez, de Alcoholeras Unidas, S.A., quien se encontraba "en paradero desconocido" fuera de España. El pasado jueves, Cantarero fue localizado por la Guardia Civil y prestó declaración sobre la presunta estafa de las cuatro letras y el hurto de 1,9 millones de litros de aceite de girasol propiedad del Servicio Nacional de Productos Agrarios (Senpa), desaparecidos de los depósitos alquilados a la empresa Skill. Cantarero está en libertad sin ningún cargo en contra y han sido detenidos dos aceiteros como posibles compradores del género desaparecido de los depósitos precintados por el Senpa: Emilio Ramón Portillo García y Bernardo Muelas Martín-Buitrago. El resultado de la operación antialcohol ha consistido, pues, en una presunta estafa por unos 210 millones de pesetas en letras pagadas por Rumasa y el hurto de 1,9 miIlones de litros de aceite de girasol (unos 200 millones de pesetas).

La operación antialcohol fue: diseñada por el inspector Medina bajo la supervisión del subcomisario Baniandrés y fue conocida -aunque no por los cauces, jerárquicos habituales- por los más altos cargos de Interior.

El policía Juan José Medina, estuvo investigando desde enerc, de este año la trama de desviación clandestina de alcohol desnaturalizado para uso industrial, hacia el alcohol para consumo de boca, en colaboración con Aduanas. Las investigaciones sobre la red clandestina de alcohol iban previamente ligadas, según fuentes solventes, a algunas pistas importantes relacionadas con peligrosas actividades involucionistas de extrema derecha.

Para avanzar en las investigaciones, Medina convenció a sus superiores de la necesidad de infiltrarse en aquella red, para lo que diseñó un plan especial: consistía en ganar la confianza de los hombres más irriportantes del mercado negro alcohólico mediante la falsa pero controlada. operación de compra por Rumasa de la empresa Skill, S.A. de José Moisés Domínguez Saiz, conocedor del mercado y eventual colaborador de Aduanas.

Medina investigaba actividades involucionistas y tráfico ilegal de alcohol antes de la expropiación de Rumasa y entró en contacto con el holding de la abeja, ya expropiado, siguiendo precisamente la pista a los vinos, licores y alcoholes del grupo. El 11 de abril, Medina descubrió el primer zulo que varios empleados de Rumasa habían construido tras la expropiación para guardar contabilidades y archivos del holding. El día 13 de abril descubrió el segundo zulo, con la pintura aún fresca, conteniendo también material contable, y pidió un despacho en Rumasa para proseguir las investigaciones.

Un policía, presunto comediante o presunto ladrón

En la última semana de junio, Medina ya tenía ultimado el plan especial antialcohol con la intención de descubrir la red clandestina o quizás -según se desprende ahora de los últimos confusos acontecimientos- de participar presuntamente de sus espúreos beneficios. Su socio, José Moisés Domínguez, viajó a Londres para convencer a Ruiz-Mateos de que firmara entonces las letras, aceptadas con fecha 4 de enero de 1983, con las que le compraba su empresa Skill, S.A., sita en Humanes (Madrid), donde se guardaban 1,9 millones de litros de aceite de girasol precintados propiedad del Senpa.

Una vez vaciados tales depósitos, Skill aparecería como otra empresa sumergida de Rumasa y todo -20 millones por las letras y 200 millones por el aceite- iría por cuenta del Estado. La operación podía repetirse indefinidamente con otras muchas empresas convenientemente sumergidas hasta conseguir de 7.000 a 8.000 millones de pesetas.

Ruiz-Mateos manifestó posteriormente que no había aceptado la extraña oferta de Domínguez. José María Ruiz-Mateos relata así su conversación en Londres con Domínguez: "Me ofreció la operación diciendo que se trataba de un tema muy majo contra el Gobierno. Tú ya lo has perdido todo, -me decía este tal Domínguez, quien, por cierto, me pareció un pinta, sí, sí, un pinta de mucho cuidado- y ahora puedes recuperar una parte de lo que te ha robado el. Gobierno. Tenemos el apoyo de gente muy importante cerca del Gobierno y está todo el plan muy bien estudiado. Por lo que Domínguez me contó, paseando por el parque, aquí en Londres, yo entendía que quería hacer otro asunto como aquel de Redondela. Desde el momento en que me contó el tipo de operaciones que quería hacer conmigo, este Domínguez perdió todo mi respeto, porque« yo no soy ningún pirata. Estoy aquí por razones políticas o, como dicen otros, por la crisis económica, pero no soy estafador, y, por tanto, me negué a colaborar en ese feo asunto. Desde luego, por los detalles que me dio no era la primera vez que planteaba una operación como aquélla. Quería que le comprara una empresa suya, con fecha anterior al 23 de febrero, muy próxima a tanques de aceites y alcoholes, cuyo contenido se traspasaba a camiones y a buques cisternas en el mar... Un pinta, me pareció un pinta. Luego hacían aparecer la empresa como otra sumergida de Rumasa. Y todo lo pagaba el Estado".

Las letras se presentaron en Rumasa el 27 de junio, fecha de su vencimiento, y al comprobar que no habían sido contabilizadas el 4 de enero, los administradores decidieron no pagarlas. El subcomisario Baniandrés acababa de ser destituido de su cargo en la Brigada de Interior y sustituido por Alberto Elías. El 1 de julio, Medina, que al parecer no fue apartado de sus investigaciones, dijo en Rumasa que el plan antialcohol seguía adelante y que había que pagar las letras ya vencidas. Tras consultar a las autoridades policiales, Rumasa pagó los 20 millones de las cuatro letras-cebo. Asimismo, el Senpa retiró su vigilancia sobre Skill, a petición de la policía, para proseguir la penetración en las redes fraudulentas.

Desaparecidos -aunque hoy ya parcialmente recuperados- los 20 millones de Rumasa y los 200 millones del Senpa, y detenido el inspector Medina, tras denuncias del Patrimonio y del Senpa, están en manos del fiscal y del juez de Leganés que lleva el caso. Y la pista alcohólico-involucionista parece perdida. El secreto que rodea estas operaciones se refuerza esta vez por tratarse, adémás, de una todavía confusa y sombría historia de policías y ladrones. O viceversa.

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