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Lutero: teología con efectos progresivos

El título puede irritar a algunos: a aquel que está acostumbrado a ver en Martín Lutero hombre un acceso directo hacia un Dios bondadoso. Irritado puede que esté también aquel que conozca el papel de Lutero en la guerra de los campesinos Y toma éste como único criterio: Lutero como matarife de campesinos, enemigo de Muentzer y mozo de príncipes.La imagen del Lutero de ambos no está infundada. Lutero fue en un principio un teólogo que luchó por un nuevo entendimiento de Dios. Él tomó en la guerra de los campesinos (1525) enérgicamente partido en contra de los rebeldes y en contra de Muentzer. Pero, aun así, cada uno de estos aspectos por separado no es suficiente para ser justos con la aportación histórica y modificadora de la sociedad prestada por Lutero. Esta aportación no puede ser comprendida si se desconoce la situación de crisis de la época, especialmente el papel desempeñado por la Iglesia papista en aquella sociedad.

La teología luterana y su ataque a la Iglesia romana satisficieron una urgente demanda social. Le enseñó a la general voluntad de cambio, camino y meta. Pero no se trataba únicamente de la reforma de la Iglesia. Más bien, considerando su posición como centro internacional- del feudalismo -como definió Friedrich Engels la Iglesia papista, se trataba de una más o menos amplia modificación de la sociedad.

A ello debe añadirse que Martín Lutero se ocupó también de problemas candentes de tipo económico y social, que buscó posibilidades de solución de estos problemas basándose en la Biblia, articulando con ella la idea de que ello podría servir tanto para el ulterior desarrollo burgués como para las necesidades de amplias masas del pueblo.

Las ideas teológicas de Lutero, directamente determinadas por la sociedad, incidieron fuertemente en la sociedad de la época, ofreciendo a las distintas fuerzas sociales, desde el príncipe al campesino y plebeyo, puntos de partida para legitimar intereses propios. Por una parte, este hecho constituyó una premisa, básica para la unificación de distintas e incluso encontradas fuerzas de clase, formando un amplio movimiento revolucionario, con el que se inició la primera revolución burguesa de Alemania. Explicando también, por otra parte, la posterior legitimación de intereses distintos y a veces contrarios evocando a Lutero. Este hecho es clave para la comprensión de la muy distinta recepción luterana en la historia posterior.

la grandeza y sus límites

Por tanto, ¿es extraño que en la República Democrática Alemana (RDA) se venere a Martín Lutero, un hombre de la Iglesia? ¿Es extraño, que el Comité Martín Lutero de Alemania Oriental, bajo la presidencia del más alto representante de la RDA, Erich Honecker, fuese fundado tres años antes del 5002 aniversario del gran reformador? ¿Es extraño que representaciones locales y muchos ciudadanos, científicos y artistas, gentes de la construcción e historiadores cuiden esmeradamente la herencia luterana no escatimando amplios medios para ello?

Lo especial de esta veneración emana orgánicamente de lo que en la RDA es natural desde siempre. Pues el movimiento alemán de obreros siempre ha tenido una viva relación con la historia.

Si en Alemania Oriental se conmemora el día 10 de noviembre de 1983 el 500º aniversario de Martín Lutero, la conmemoración de la figura se realiza en su justa medida de su grandeza y en los límites que marcan el tiempo y las clases. E indiscutida es la grandeza histórica de Lutero. Con la traducción de la Biblia al alemán, por ejemplo, se consagró como configurador de la lengua alemana. Pero también para los marxistas es algo más que eso. En una época de grandes cambios progresistas -el inicio de la primera revolución burguesa en Alemania-, él fue, como lo definió Engels, uno de aquellos gigantes en fuerza pensadora, apasionamiento y carácier, polifacético y erudito, que necesitó y dio la época.

Lutero desencadenó la reforma; Sus 95 tesis fueron la señal de lucha contra el papismo explotador. Con ello, y sin quererlo, Lutero puso en movimiento la primera revolución burguesa y consiguientemente en marcha a los ejércitos de campesinos. El Papa y el emperador se llenaron de ira con sus ideas, que, -por otra parte, en el pueblo explotado tuvieron consecuencias sobre las que Lutero estaba muy asustado.

Existieron muchas razones que configuraron su popularidad. Se atrevió a rebelarse, con la quema pública de la paulina de su excomunión, contra el Papa de Roma; en el Reichstag de Worms opuso resistencia al emperador Carlos V, y como monje disidente tomó como esposa a la también monja disidente Katharina von Bora. Su ilustrado, y para el pueblo comprensible, lenguaje, sus corales y lieder, que reflejaban fielmente el sentir popular, le proporcionaron aún más seguidores.

La gran obra musical de Johann Sebastian Bach, por ejemplo, sería impensable sin la figura de Lutero. Las ideas, lieder y palabras de Lutero alentaron la revolución (él mismo no pudo seguir el movimiento popular que había desencadenado).

Pero este hecho no debe hacer de menos los méritos históricos de esta personalidad. Aún hoy sigue vigente la forma en que Lutero revaloré el trabajo, despreciado por los explotadores feudales. Él lo contrapuso con la palabra de san Pablo: "El que no trabaja, tampoco ha de comer".

Las Charlas de mesa, de Lutero, que en la República Democrática Alemana han sido reproducidas en facsímil y publicad demuestran que él también tenía gran inclinación por los placeres de la vida. Ampliamente y con regocijo gustaba de pxtenderse sobre ellos.

Nosotros, en la República Democrática Alemana, veneramos a Martín Lutero como el iniciador de la reforma con la cual comenzó la primera revolución burguesa; veneramos sus logros culturales, y en la creación idiomática honramos sus conceptos socio-éticos y económicos. No olvidamos que Martín Lutero es uno de aquellos alemanes que han alcanzado prestigio mundial.

Adolf Laube es historiador en la Acadenfia de las Ciencias de la RDA.

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