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Todos contra el terror

Una vez más, la acción terrorista de ETA está provocando una escalada de violencia y demostrando desde la irracionalidad de sus planteamientos que su objetivo no es otro que tratar de sembrar el terror en la sociedad, atemorizarla y desmoralizarla para que se desenganche de sus ilusiones de libertad y para impedir la convivencia pacífica entre los españoles.No es casual que esta escalada se produzca en momentos políticos delicados, cuando se supone que existen tensiones que podrían acelerarse hasta crear situaciones críticas que lleguen a provocar la desestabilización.

Por eso el terrorismo no puede ser considerado como un problema de este o aquel Gobierno concreto o de tales o cuales fuerzas de seguridad, sino que es algo que nos concierne a todos los ciudadanos, al conjunto de la sociedad.

Y por eso, en momentos y situaciones como los que actualmente atravesamos, lo primero es cerrar todos filas para aislar la violencia y dar solidariamente nuestro apoyo a las instituciones del Estado que tienen la misión directa de combatirla.

La lucha contra ETA se viene desarrollando desde hace 15 años, y el fenómeno terrorista no surge con la llegada de la democracia, como algunos pretenden insinuar. Baste recordar que en el régimen anterior hubo entre las víctimas de los atentados hasta un presidente de Gobierno. Y un Estado de derecho no está menos preparado que otros para combatir el terrorismo, si todos colaboramos a ello y nadie intenta hacer uso de estos hechos para instrumentarlos en favor de sus planteamientos particulares o con afanes desestabilizadores.

Desatar esas tensiones y sembrar la desconfianza y el enfrentamiento en la sociedad es precisamente lo que buscan los terroristas. Y no debemos caer en esa trampa. Una banda criminal no podrá nunca contra el Estado, si la sociedad sabe respaldar sus instituciones y apoyar a los que en cada momento tengan encomendada la responsabilidad de dirigir la lucha.

Todo ello sin perjuicio de exigir a los poderes ejecutivo y judicial la mayor firmeza y eficacia en la utilización de cuantos medios legales tienen a su disposición para la persecución y prevención de los actos terroristas. Y uno de los campos en que esa firmeza debe estar más clara es en la acción diplomática, presionando a nuestros vecinos del Norte para terminar de una vez por todas con el apoyo y refugio que los terroristas encuentran al otro lado de las fronteras.

Pero en esta presión no caben triunfalismos ni ingenuidades. Todo apunta a que los sucesivos sectores del país vecino prefieren el egoísmo de "una España con problemas" y que viven equivocadamente obsesionados con que así evitarán el contagio del activismo terrorista. Convencerles para una colaboración más eficaz ha de ser un objetivo prioritario.

Como debe serlo proseguir una estrategia de aislamiento de los terroristas hasta conseguir eliminar cualquier suerte de apoyo popular que les permita disponer de la infraestructura que necesitan para sus acciones.

Y en esa actuación no caben planteamientos simplistas, ni menos reacciones antivascas que olvidan que el pueblo vasco es el primero que está sufriendo las consecuencias de la violencia. Existen unas bandas terroristas que asesinan y existen unas minorías que les apoyan directa o indirectamente, pero ETA ha perdido en estos años la capacidad de convocatoria que tuvo años atrás. No le demos por reacciones equivocadas la posibilidad de recuperarla.

El pueblo vasco y los españoles en general sólo nos liberaremos de la acción criminal de ETA cuando todos seamos capaces de unirnos sin fisuras -cualquiera que sea nuestra ideología- frente a la intimidación y el chantaje de quienes pretenden robarnos nuestro derecho a la paz y la libertad.

Para superar una situación así sólo existe un camino: la solidaridad. Todos contra el terrorismo. El Gobierno vasco, la Iglesia vasca y todos los bastamentos, instituciones y fuerzas políticas y sociales deben participar decididamente en la generación de esta actitud.

No basta ya con el aislamiento. Hace falta movilizarnos todos contra ETA. Manifestando públicamente y sin equívocos la repulsa, apoyando a las Fuerzas de Seguridad, logrando acuerdos de los partidos, de las centrales sindicales y organizaciones empresariales, de los profesionales, de los medios de comunicación y de todos para oponemos activamente al terrorismo de forma solidaria.

Agustín Rodríguez Sahagún es diputado por el Centro Democrático Social (CDS).

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