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Tribuna
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Lutero

Hace 500 años redondos de Lutero, y ni una sola línea en el país de las efemérides caprichosas y agobiantes. Seguramente hemos quedado exhaustos por los centenarios de Ortega, Kafka, Sthendal, Wagner y Salzillo. Aunque lo más probable es que la figura de fray Martín todavía arrastre por estas tierras aquellos divertidos sambenitos que le endosaron los jesuitas y dominicos de principios de siglo, y que después plagiarían sin recato los publicitarios de las películas S: príncipe de la concupiscencia, vicario de Satanás, pastor de la lujuria, cloaca de la historia y, en palabras de] padre Denifle, "amigo de la bebida, de la bufonería y del más grosero turpiloquio".Apenas registran protestantes españoles las estadísticas que en toda la Prensa mundial se publican estos días de conmemoración luterana. Y ésa es, a mi entender, la razón principal del eterno embrollo español. Lo que aquí hace falta no son pantanos repletos de lluvia, militares constitucionales, conservadores que jueguen al bridge y lean a Chesterton, socialistas que citen menos los aforismos agraristas de Juan de Mairena, empresarios que crean en las leyes de mercado, autonomías con las señas de identidad bien colmadas o intelectuales un pelín menos patéticos y algo más alejados de la escuela de Francfort. Lo que nos faltan son protestantes. Cantidades industriales de luteranistas, sectaristas y calvínistas para contrarrestar tantos siglos de monotonía católica. Todo lo demás se nos daría por añadidura.

Demostró Weber la íntima relación entre la ética protestante y la formación del estado capitalista moderno. Le faltó al sociólogo la prueba contraria para redondear su tesis. Que basta darse un garbeo por nuestra intrahistoria para entender que esa férrea moral católica será muy buena para la salvación del alma, pero es un verdadero fastidio para la modernización del país.

El hallazgo de Lutero consistió en acostumbrar a los cristianos a prescindir de Dios como hipótesis de trabajo para resolver los problemas de este mundo. Desde la batalla de Covadonga de don Claudio Sánchez Albornoz hasta las batallas del aborto, la LODE y los catecismos, no hemos utilizado los españoles otra hipótesis laboral. Hasta nuestros ateos resultan demasiado católicos.

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