Un millón de personas asistió a los funerales por los 17 surcoreanos asesinados en Birmania
Más de un millón de personas, según datos oficiales, asistieron ayer a los solemnes funerales por los 17 altos funcionarios surcoreanos que murieron el pasado domingo en el atentado de Rangún. La ceremonia se convirtió enseguida en una manifestación contra Corea del Norte, país al que se atribuye en Seúl, sin ningún género de dadas, la autoría de la acción terrorista.
Bajo una lluvia intermitente, la caravana fúnebre, compuesta por más de 80 vehículos, entre ellos los 16 que portaban los cadáveres de los cuatro ministros y otros funcionarios fallecidos, re corrió el centro de Seúl hasta la gigantesca plaza de Yoido, que está preparada para servir de aeropuerto de emergencia en caso de guerra. Muchas empresas estatales hicieron obligatoria la asistencia de sus empleados al funeral y otras privadas les dieron permiso y pusieron autobuses a su disposión.Entre las delegaciones asistentes extranjeras destacaba la presencia del secretario de Defensa norteamericano, Caspar Weinberger, quien voló expresamente a Seúl para asistir a la ceremonia y regresé horas después a Washington. Esta representación de alto nivel, junto con la próxima visita del presidente Ronald Reagan a Corea del Sur, son buena muestra del apoyo que Estados Unidos está dispuesto a prestar al régimen del general retirado Chun Doo Hwan.
La solemne ceremonia fúnebre, ante un altar de 80 metros de largo, adornado con 120.000 flores, estuvo presidida por el primer ministro surcoreano, Kim Sang Hyup, quien leyó la oración fúnebre y después pronunció un encendido discurso en el que, refiriéndose a sus vecinos del Norte, dijo que "debemos hacerles comprender que nuestra paciencia y nuestra generosidad tienen un límite". La multitud coreó disciplinadamente varios eslóganes, entre ellos el de "Kim Il Sung, asesino", refiriéndose al líder comunista de Corea del Norte.
Poco antes de comenzar los funerales se supo que había fallecido el viceministro de. Finanzas, quien resultó herido de gravedad en el atentado de Rangún y fue trasladado al hospital de la base norteameriana de Clark, en Filipinas. La cifra de víctimas mortales por parte surcoreana se eleva así a 17.
Éste debe hacer frente ahora a la difícil tarea de recomponer su diezmado Gobierno, aunque no se esperan cambios sustanciales en la línea política general. La desaparición de Lee Bum Suk, ministro de Asuntos Exteriores, que había emprendido la apertura de Seúl hacia los países del Tercer Mundo, será muy difícil de cubrir, así como la de Vam Jae Rk, el cerebro del programa económico, una especie de liberalización que tan buenos resultados estaba dando al país.
Otra baja importante es la del. jefe del Alto Estado Mayor, que, se encuentra herido gravemente en la citada base de Claric y que era uno de los militares más estrechamente ligados al presidente Chun Doo Hwan.
Los medios de comunicación surcoreanos publican a diario amplias informaciones, en las que se acusa del atentado a Corea del Norte, para lo quese aduce todo tipo de pruebas y testimonios más o menos consistentes y se recuerdan atentados anteriores, como el que costó la vida a la esposa del entonces presidente Park, en 1974, o el intento faflido que tuvo lugax en el cementerio nacional de Seúl, en 1970, de acabar con el Gobierno surcoreano en pleno. Pero hasta el momento no se tiene certeza de que el coreano detenido por los servicios de seguridad birmanos sea un agente de Pyongyang, la capital de Corea del Norte.
Estados Unidos ha pedido, al parecer, moderación al Gobierno de Seúl, para evitar una nueva crisis internacional. Por si acaso, el portaviones Winston y su escuadra de apoyo, que tenían previsto regresar a Norteamérica, han recibido órdenes de permanecer en las inmediaciones de la península coreana.
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