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Un falso médico ejerció en Madrid y provocó abortos durante cinco años

Tenía montado su negocio sobre alfileres, había aprendido cierta terminología médica, vestía bien, disponía de unas tarjetas de visita donde podía leerse que era ginecólogo y en su despacho había colocado una placa dorada con el mismo reclamo. Sin embargo, el hombre que responde a las siglas H. C. I. J., nacido en Lima (Perú) hace 26 años, nunca había estudiado la carrera de Medicina y por ello fue detenido la pasada semana por inspectores de la comisaría de Fuencarral. Entre otros delitos, se le imputa la realización de un aborto clandestino a una muchacha peruana de 22 años que resultó gravemente lesionada.

., El peruano había llegado a España hace cinco años y disponía de un permiso de residencia donde se especifica que no está autorizado para trabajar en nuestro país. Pero él tachó el no del documento, hizo fotocopias y con este elemental subterfugio iba funcionando. Puesto manos a la obra, decidió falsificar también un talonario de recetas con los números de dos co colegiados madrileños, que no tenían arte ni parte en el asunto. En un primer momento, H. C. I. J. instaló su consultorio en el número 8 de la calle Cava Baja. Se trata de un edificio cercano a la plaza Mayor, de oscuras y sucias escaleras de madera. Hace unos seis meses, y como los negocios prosperaban, se trasladó al primer piso de la calle Bretón de los Herreros, número 3.El peruano había logrado inscribirse en la lista de veladores voluntarios de la Cruz Roja, los hombres que hacen la noche más llevadera a los enfermos sin familia y sin amigos, gracias a otra falsificación de los correspondientes documentos. Podía trabajar atendiendo enfermos en distintos hospitales madrileños. En ellos citaba a sus pacientes. Bastaba la bata blanca para que las víctimas se dejaran impresionar a primera vista. Sabía a quién dirigirse. Buscaba muchachas filipinas y suramericanas, empleadas del hogar abrumadas por la soledad y por un embarazo inesperado, y les explicaba que no se les podía atender porque había imprevistas intervenciones quirúrgicas, consultas inaplazables, para remitirlas a su consultorio particular.Falta de denuncias

Su especialidad, al parecer, eran los abortos. La policía sólo ha podido imputarle la comisión de uno, en la persona de una muchacha peruana de 22 años a la que, a mediados de septiembre, inyectó por vía intramuscular cuatro ampollas de pitocín, un derivado de la, oxitocina que, en cantidades moderadas y por el sistema de goteo, suelen aplicar los médicos para acelarar los últimos procesos de los partos difíciles. La inyección provocó a la muchacha una violenta contracción uterina con expulsión del feto. Su estado cuando ingresó en un hospital madrileño era muy grave y en algún momento se temió por su vida. Si el músculo y las mucosas se hubieran roto, la. situación de la muchacha habría llegado a ser irreparable. La policía inició sus gestiones al ser informada del estado de la joven. Las investigaciones condujeron a los inspectores al piso de Bretán de los Herreros.Todo parece indicar que el peruano ejercía la actividad de supuesto médico desde los comienzos de su estancia en España, aunque la policía no ha podido encontrar pruebas concluyentes de ello, debido a la falta de denuncias de las afectadas. Si como se sospecha el falsario se había especializado en provocar abortos, los agentes creen que acabará por imponerse la discrección.

A finales de la pasada semana, el hombre fue puesto a disposición judicial como presunto autor de usurpación de funciones, prácticas abortivas y falsificación de documentos públicos y privados.

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