Lección musical para el Príncipe

Está muy bien que Oviedo defienda la ópera, se empecine en su gasto y pasion por los cantantes, pero es importante que cuide la otra pasión, porque si la ópera italiana tiene como paisaje el interior de un teatro con gala nocturna, el paisaje del verde tiemó, del mar vivo y del bosque animado corresponde a algo muy querido por campesinos, por mineros: el coro, el coro no profesional, el coro de la misa de los domingos y el de la fiesta en la calle. Mieres, el gran pueblo mínero, fue escenario hace 50 años de un emocionante hecho de cultu ra: Ramón Meriéndez Pidal y Eduardo Torner presenciaban y presidían una apoteósica danza prima para que luego sonara la antigua, dulce y sabrosa canción: Hay un galán de esta villa. La misión de un coro de la capital, el de la Fundación Príncipe de Asturias en este caso, que se estrenó el pasado sábado en el teatro Campoamor, en el acto de entrega de los premios Príncipe de Asturias, estaba clara en el programa: Bruckner con su Ave María, Príeto con uno de sus más bellos responsorios, y luego, precediendo a las asturianadas, canciones vascas y gallegas, es decir: la. región canta a la nación.Bien lógico es el recuerdo y homenaje a Torner, iluminado y paciente colector de esa canción popular asturiana, muy pimpante en lo festivo, soñadora en lo lírico. Cuando vi Volver a emp'ezar me dofló que junto a Pachelbel y Cole Porter no sonara para la nostalgi la canción asturiana, y pudo son la más hermosa de todas: la qu alzó el piano de Falla. Y aquí entr lo de la capitalidad: la canción po pular, la asturiana en grado máxi mo, requiere la voz sola o la vo unánime; de acompañarla, la máxi ma sencillez. Es posible que u gran compositor se meta en los en tresijos de lo popular y haga lo que ya no es folkclore, pero el términ medio de crucificar la melodía co efectos superorfeónicos no hace d la dificultad placer, sino torment so cansancio. Pasa como con paisaje: el mejor, sin nadaa aaftadidd casitas de labradores y esquílass dd ganado lo alegran; diluvio de chalé pretenciosos lo anonadan. La buena lección del coro de la Fund ción, lleno de porvenir, y de su rector, Gutiérrez Arias, tuvo s mensaje exacto en Bruckner.

Pero la gran lección de folklo campesino y urbano, estaba en la ciudad: ese variadísimo pleam de pequeños grupos en las calle incansables en la espera gritando las chicas "Felipe, Felipe" y pasa do del grito a la canción y a la danza. ¡Qué calle para la juventud alegría sin desvergüenza, trajes buena fantasía popular. Las de culturas: la de los premiados, del pueblo en fiesta. Y como ninguna de las dos se habló en reciente debate parlamentario bre el estado de la Nación, lo Oviedo consuela y enseña: página viva de Cuadernos del Norte.