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Miembros de la extrema derecha buscados por la policía hacen declaraciones a la Prensa

La metralleta que obra en poder de los tres jóvenes ultraderechistas que desarmaron el pasado sábado a dos policías en Madrid se trata de un Naranjero, armamento actualmente en desuso y que hace aproximadamente 15 años era utilizado por la Guardia Civil. Los tres ultras, entre los que se encuentra un hijo del comandante Ricardo Sáenz de Ynestrillas, han hecho unas declaraciones a una redactora de la agencia de noticias Lid, cuyo contenido, acompañado de imágenes gráficas, fue publicado ayer por varios medios de comunicación.Los ultraderechistas, que se encuentran en paradero desconocido, se confiesan de ideología nacionalsindicalista y están dispuestos a hacer uso de las armas en defensa de su pensamiento. La Policía cree que estos tres activistas permanecen en Madrid, probablemente en un local de un edificio antiguo, ya que en una de las fotografías insertas en el citado periódico aparece un tipo de radiador de calefacción muy común en este tipo de edificios.

En las declaraciones, los tres ultras han manifestado que "si los policías a los que desarmamos hubieran hecho algún gesto de sacar la pistola, hubiéramos disparado", aunque "nosotros no somos asesinos".

Tras reconocer que las pistolas y la metralleta, robadas a la Policía "para que no se defendieran", pensaban utilizarlas en una acción relacionada con el 1 de octubre, se defienden de las acusaciones de ultraderechistas. "Nos están definiendo como gente de derecha y de ultraderecha y no hay nada de eso. También nos han dicho que somos partidarios del golpe militar, y no somos, en absoluto partidarios", afirma Ricardo Sáenz de Ynestrillas. Niegan tener en la actualidad alguna connivencia con la Policía, aunque "sí hubo en la época de la transición".

Por otra parte, la autora de la información, Charo Nogueira, prefirió no hacer comentarios concretos sobre la forma en que logró entrevistar a los huidos, y se limitó a decir que, después de conocer la posibilidad de realizar la entrevista y aceptar hacerla, unos desconocidos la trasladaron en un automóvil hasta el escondite de los ultras. El traslado lo realizó con los ojos cubiertos con algodones y gafas oscuras. "Estuve charlando con ellos durante cerca de una hora y los vi aparentemente tranquilos, convencidos de sus ideas, pero no exageradamente apasionados por ellas".

Por su parte, fuentes policiales comentaron ayer que, en opinión de los investigadores, el gesto de los huidos puede interpretarse como "un primer paso hacia una posible entrega".

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