"No mantengo desacuerdos fundamentales con el Gobierno", afirma el fiscal general del Estado
Luis Antonio Burón Barba, fiscal general del Estado se ha colocado de nuevo en el ojo del huracán al ver rechazada por el Gobierno su propuesta de que José Aparicio Calvo-Rubio sea nombrado fiscal de sala del Tribunal Supremo. En su lugar fue nombrado José Julián Hernández Guijarra, quien carecía de las connotaciones de derechismo atribuidas a Aparicio. El rechazo del nombre de éste provocó una auténtica tormenta en la Asociación de Fiscales, cuyo presidente dimitió; pero el fiscal general, es el curso de una entrevista ayer con EL PAIS, negó que se haya quebrado hasta ahora la línea de confianza entre él y el Gobierno y rechazó tajantemente los rumores que en días pasados habían hablado de su posible dimisión
"Mi disposición a proseguir sirviendo en este puesto continúa inquebrantable. Si yo creyera que me falta la confianza del Gobierno, si el Gobierno creyera que yo no soy ya útil en este puesto y, de alguna manera, por insinuación o por omisión, tuviera yo esa impresión, desde luego por mi parte hay una puesta a disposición permanente del cargo. No me gusta sentirme empujado ni por las líneas editoriales de los periódicos ni por las opiniones", afirma.Quita importancia Burón al malestar creado en la Asociación de Fiscales por el rechazo del Gobierno ante el nombre de José Aparicio como candidato a fiscal del Supremo debido a sus presuntas simpatías ultraderechistas: "Quizá la repercusión periodística es lo más llamativo. Son cosas de poca monta que se han transformado en noticia de trascendencia casi nacional. Lo que sí puedo decir es que no hay desacuerdo fundamental entre el Gobierno y el fiscal del Estado. He utilizado ciertos criterios tradicionales del Consejo Fiscal antiguo, en el sentido de hacer propuestas singulares. Ahora lo único que ha pasado es que el Gobierno -con toda razón, estimo, por eso no lo considero ningún desaire- ha pensado que era mejor una propuesta plural. Es decir, que para no limitarle ni atar sus facultades, el Gobierno prefería tener información sobre más personas".
La dimisión del presidente de la Asociación de Fiscales, José Jiménez Villarejo, también fue minimizada por Luis Burón: "Algunos miembros de las asociaciones de fiscales tienen, es de suponer, una tendencia al apasionamiento por los intereses corporativos, porque creen que el ejercicio de las facultades discrecionales del Gobierno puede ser pernicioso... Son creencias legítimas, y parece que el presidente de la asociación no comparte algunas de las interpretaciones de otros miembros. Pero, en fin, esto es una cosa corriente, pasa en muchos países. Las carreras casi siempre tienden a estrechar al máximo la discrecionalidad, tanto del fiscal general -a quien quieren vincular a sus propios criterios- como del Gobierno. La tendencia funcionarial a que todo sea burocracia y regla, a estrechar los límites, es el pan nuestro de cada día en todos los escalafones".
Adaptación a la reforma judicial
Burón afirma que es "una tentación muy fuerte" vincular las recientes excarcelaciones de presos preventivos con el aumento del índice de la delincuencia y admite que, como el actual sistema penitenciario no es el más adecuado para la rehabilitación de los presos, "cabe pensar eso", pero niega tajantemente que pueda existir relación entre el hecho de que los mismos jueces de siempre, justamente ahora, con el Gobierno socialista, sean más benignos que antes a la hora de aplicar fianzas de escasa cuantía o libertades provisionales, tesis esta apuntada en medios del Ministerio de Justicia. "Lo que ocurre", asegura el fiscal general del Estado, "es que siempre que se producen importantes reformas judiciales hay períodos de tanteo en los que los jueces vacilan en la interpretación de las normas, y los fiscales también; la novedad siempre sorprende un poco, pero yo no creo que haya ninguna otra motivación".Por lo que se refiere a la sensación de algunos sectores sociales, según los cuales parece que los presos acusados de atraco entran a la cárcel por una puerta y a los pocos días salen por otra, Burón le resta importancia: "Yo creo que esos son casos aislados. Quizá haya alguno, algún menor de 18 años o débil mental, sabe Dios. No sé si esta impresión de la calle será equivocada. Lo que sí sé es que es exagerada. Y algunas veces está movida por aquellos que quieren hacer una crítica al Gobierno".
Y al echar mano de las estadísticas, que señalan que la población reclusa en Francia o en Italia duplica a la española, Burón responde: "No conozco esas estadísticas, aunque es posible que sea cierto. Quizá la diferencia de población lo justifique. Nosotros teníamos más de 20.000 presos antes de las excarcelaciones, y en esa época no era tan diferente la proporción".
El fiscal no está para criticar las leyes
"La sensación de seguridad o inseguridad", prosigue, "es siempre algo muy etéreo, y hay un legítimo deseo de imputárselo al Gobierno, a las leyes o a los jueces. Eso motiva la reflexión sobre si la política criminal debe cambiarse; pero todo esto no se puede resolver sobre impresiones pasajeras. El fiscal general no está para criticar las leyes ni para decir si las recientes reformas del Código Penal están o no equivocadas. Es posible que, a medida que vayan pasando los años y a partir de las memorias de los fiscales, tengamos datos para decir con lealtad y franqueza si la incidencia de esta reforma ha sido abultada, pero de momento lo único que puedo decir es que esa impresión apresurada que se ha dado en algunos medios de que si los presos entran y salen, etcétera, no es una queja nueva, es una queja policial muy antigua, y siempre tiene que suceder, porque hay casos en que la opinión policial y la opinión judicial difieren"."Siempre ha habido sectores policiales que han presentado quejas en este sentido, aunque quizá con menos publicidad que en la actualidad; es más, antes, como había posibilidad de detención gubernativa, la policía esperaba a los presos a la salida de los juzgados de guardia. El criterio entre el que persigue en la calle los delitos y el que está sentado en el despacho o en el estrado y le llegan las acusaciones, y las ve con más calma, siempre presenta diferencias inevitables, de manera que esa queja siempre será posible. Cuando el juez crea que debe soltar a un presunto delincuente, lo soltará, independientemente de la opinión de la policía e incluso de la opinión de la calle, más o menos dirigida por esa reiteración y machaconería" concluye.
Luis Burón Barba saltó a la primera línea de la actualidad a raíz de la interposición de una querella por la emisión en televisión de la canción de Las Vulpes Me gusta ser una zorra. De ello dice el fiscal general: "En una sociedad hay límites de tolerancia, que los fijan en último extremo los tribunales. Como se puso de manifiesto en el caso de Las Vulpes, hubo un sector de la sociedad que creyó que se había traspasado ese límite de toIerancia y otro sector que no, que la cosa no era para tanto. Me pareció razonable en aquel momento que fueran los tribunales los que decidieran eso. No supuso una toma de posición de la fiscalía".
Niega haber recibido en ningún momento, desde que tomó posesión de su cargo, presiones del Gobierno, instituciones o de otro tipo, y explica que la única presión a la que es receptivo es a la de la urgencia de los acontecimientos. No obstante, muestra una cierta sensibilización ante las críticas: «En este cargo hay que tomar decisiones forzado por la urgencia del momento, y siempre recuerdo aquel caso del filósofo griego al que le pidieron consejo sobre si uno debe o no contraer matrimonio y contestó: hagas lo que hagas, te arrepentirás después. Siempre que se realiza una opción cabe la posibilidad de que haya un editorial que te diga que has cometido la burrada del siglo y otro que te aplauda, y algunas veces no sabes si desconfiar más del aplauso que de la censura".
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