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Todos al 'cole'

Así que te llevas la bata de rayadillo, el lápiz de mina dura con su sacapuntas y una goma de pan de esas que huelen tan rico, todo en una cartera de cartón imitando cuero, y, si tienes posibles, un surtido de colores Alpino que cuestan Dios y ayuda afilar y que mordisquearás en los extremos mientras envidias las pastillas Goya de que goza tu vecino de pupitre.La cartera dispone de correas que puedes calzar sobre los hombros, y que te van curvando ya la espalda, sin que tú, tan pequeño, te des cuenta. Amontonado entre los libros tienes el Ripalda, que infunde pavor con sus máximas apocalípticas, su letra que te irán metiendo con sangre, su espíritu que irás sacándote más adelante, lentamente, como si arrancaras sanguijuelas de tu tersa piel.

Pasan los años y lo vas consiguiendo. Pones las íes debajo de los puntos y los puntos al principio y final de cada interrogante. Olvidas la doctrina a fuerza de ir entrando en contacto con la vida. Intentas hacer mejor las cosas, sin engaños. A veces, ya con una familia que te has tejido solo, repentinamente, a la hora de comer o un domingo, en el campo, comprendes que esos críos que alborotan van a tenerlo mucho más fácil, aunque gran parte de ti haya quedado sepultada debajo. de su crecimiento, aunque sientas los riñones molidos por haber servido de puente a una nueva generación que ahora atraviesa con seguridad el vacío, brincando de una orilla a otra.

Y entonces, como en una pesadilla, llegan los de la Conferencia Episcopal y te joroban el invento. Volvamos a la bata celular, a la goma de pan, al cuero falso, al cielo con manchurrones místicos y a infierno de Ojos en blanco y crujir de dientes, al prohibido meter la mano bajo el pupitre. Volvamos al petróleo en los piojos, a los lienzos morados en la Semana Santa y al chollo del chantaje espiritual que todavía proporciona dividendos.

Y os están llamando asesinos, además, a ti y a tu mujer, que fuisteis a Londres, o a donde fuera, para evitaros la carga de un nuevo hijo; a todos los que creen que las consecuencias hay que pagarlas, como máximo, en libras esterlinas.

Es una pena que el agua de Lourdes no sirva para abortar. Porque, si lo fuera, a estas horas tendríamos todos la bula colgada en el pasillo.

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