_
_
_
_
Reportaje:

Crónica de una señora

El silencio y el misterio en torno a 'Isabel' Perón han convertido a Madrid en 'meca' de peregrinaciones de dirigentes peronistas, en busca de un gesto, una palabra o un guiño político de la ex presidenta argentina.

Después de una semana de infructuosa espera para entrevistarse con María Estela Martínez de Perón, por la negativa de ésta a recibirlos, los comisionados peronistas Rodolfo Decker, José Fernández, Enrique Ricardo Cano y Gastalde, que habían viajado desde Buenos Aires tras salir derrotados en el congreso justicialista, optaron -el día 16 de septiembre- por la solución más directa: tomar un, taxi hasta el domicilio de la viuda del general Perón, presidenta del partido.Al salir del hotel Gran Vía, un hotel con tradición peronista desde que se alojó allí el ex-presidente Héctor Campora cuando vino a visitar a Juan Domingo Perón, optaron por detenerse en una floristería y comprar un ramo de gladiolos para ofrecérselos a la señora. En Moreto , 3 junto a los Jerónimos (4º izquierda, un piso de 240 metros cuadrados), el conserje de la finca y los policías nacionales que ejercen una discreta vigilancia en la zona, les impidieron el paso. La breve discusión terminó con el compromiso del empleado de hacer llegar las flores -con un tarjetón en el ramo- a María Estela Martínez.

Los comisionados iniciaron el regreso al hotel para esperar noticias cuando observaron por casualidad que el empleado arrojaba los gladiolos al pie de un árbol situado frente al portal de la casa. Interrogado por los congresales (compromisarios) bonaerenses, el conserje replicó: "Lo lamento sinceramente. No es nada contra ustedes, pero estoy cumpliendo órdenes de la señora de Perón". Los comisionados decidieron regresar a Argentina en el siguiente avión.

Decker, Fernández, Cano y Gastalde no son, peses a la desagradable escena de los gladiolos, sino cuatro más en la lista de políticos y personalidades argentinas que han viajado a Madrid en los últimos 40 días con intención de entrevistarse con la viuda del general Perón. Carlos Menem, por ejemplo, exgobernador de la provincia de la Rioja, donde nació hace 52 años Isabelita, amigo per sonal de ésta, estuvo largos días en la habitación 408 del hotel Escultor de Madrid esperando ser recibida por aquella.

Menem, de quien María Estela dijo que fue el único que se portó lealmente con ella, es una personalidad política dé primera fila dentro del partido, aunque resultó derrotado en la candidatura a vicepresidente del país. Durante los años de exilio de la señora de Perón, Carlos Menem participó activamente en la comisión pro retorno de ésta. El congresal de La Rioja, en lo que podría considerarse un error de cálculo político, abandonaría Madrid el martes, no sin antes declarar a los corresponsales argentinos en España que "la señora'está secuestrada por un grupo de españoles", entre ellos el doctor Flores Tascón.

Aunque sus allegados señalan que Isabel cambió de plano desde que volvió a España, en 1981, tras sus cinco años de encarcelamiento, en los últimos meses han intensificado de tal forma su aislamiento, se ha autoimpuesto un muro de silencio tan espeso que a veces podría fayar en lo descortés e incluso en lo grotesco desde el punto de vista político. Hace unas semanas viajaron a Madrid el exministro Aníbal Demarco, titular con María Estela de Bienestar Social y su esposa, Cuca. Tampocofueron recibidos (esta vez en Fuengirola). La señora Demarco había acompañado a la expresidenta en, su vuelo a Madrid y había compartido con ella, como dama de compañía, los primeros meses de exilio.

Lalista de los no recibidos por Isabel se hace extensible al coronel Nicolás Damasco, secretario de la Presidencia de Argentina con el general y con su viuda (propuesto por la señora de Perón como ministro del Interior en 1974; en realidad sería nombrado para el cargo el general Videla) y al conocido empresario Carlos Spadone, ligado al sector metalúrgico dominado por Lorenzo de Miguel, jefe real del peronismo.

Conocer lo que pasa fuera, es entender lo que pasará dentro, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Hace una vida tan solitaria que se cuentan con los dedos de una mano, y aún podrían sobrar, las personas que tienen acceso continuado a ella, además de su servicio doméstico, policías de escolta, frailes de los Jerónimos (donde acude a diario a misa y tiene a su confesor) y el jefe de camareros de la cafetería California 47 (donde suele ir a merendar, aunque cada vez menos): Entre ellos, y especialmente, el doctor Francisco José Flores Tascón, su médico particular -también lo fue largos años del general Juan Domingo Perón- y el coronel Milo de Bogetich, un refugiado croata que hace las veces de secretario y a quien, en palabras de otro de los allegados, "se le echa la culpa de todo lo que sale mal". Silencio tan férreo e insondable, que a veces cuesta hasta semanas confirmar el verdadero pensamiento de Isabel Perón con respecto a los temas argentinos actuales o sus auténticas intenciones.

Lo que ha pretendido la viuda del general es, además de revalorizar su figura, evitar que se comercie políticamente con ella. "En concreto, ha querido evitar que una Ébtografia de alguien con ella, hábilmente administrada, sirva para colocarse siete puestos antes en la lista de la provincia de Buenos Aires, por ejemplo, o aspirar a un puesto en el aparato del partido", argumentan personas de este entorno, desde el que se sugiere la posibilidad de que la señora se encuentre enojada por la escasa presión popular de los peronistas para que su Íeliabilitación se hubiese producido antes de la celebración del congreso peronista.

Jugar la carta de 'la señora'

Pero según se señala en las informaciones que llegan desde Argentina, el prolongado e implacable silencio (la viuda del general ni siquiera se preocupó de poner en conocimiento público que una breve entrevista publicada por una revista de información general no es actual, como tampoco lo son las forografías) se ha convertido en un auténtico enigma. Si inicialmente se pensó que Isabel Perón había procurado con su inhibición ser absolutamente imparcial en el desarrollo del proceso del partido, el que ni siquiera le haya hecho el más mínimo guiño al congreso justicialista o a la situación por la que atraviesa su partido, a falta de solo cinco semanas para los comícios, sumerge en el desconcierto al aparato justicialista y convierte a Madrid en la meca peronista.

Los perdedores (los Menem, Decker y compañía) vienen a la capital española ajugar a la desesperada la carta de la señora en contra de la actual fórmula presidencial, Ítalo Luder-Deolindo Bittel. De todos son conocidas las no muy buenas relacioneg entre el candidato presidencial Ítalo Luder y María Estela Martínez, aunque aquel siga siendo uno de los abogados que defienden los intereses de ésta. Luder sigue esperando un telegrama de felicitación de la presidenta del partido por su nominación como candidato, al más alto cargo de la república argentina. Pero, lo que es peor, Ítalo Luder no se decidió a aceptar una invitación del Instituto de Cooperación Económica para viajar a España, con el beneficio político, personal que ello conllevaría, porque no tiene ninguna seguridad de poder entrevitarse con Isabelita en Madrid.

Aún así, la señora ha preferido guardar un silencIo, sepulcral. No se ha cumplido siquiera uno de los principales acuerdos alcanzados en el congreso justicialista de principios de este mes de septiembre, que una comisión oficial viaje a Madrid para invitar a la viuda del general a regresar a Argentina. Han venido, por separado, el citado Carlos Menem y Jorge d'Onofrio, que actuara como presidente del congreso partidista. Primero lo hizo d'Onofrio, quien regresó a Argentina asegurando haberse entrevistado con la señora y ser portador de tres cartas para tres destacados dirigentes, circunstancia que negó María Estela a través de sus hombres de confianza madrileños. Menem, regresará a Argentina para hacer campaña electoral en La Rieja, donde por otra parte, se dice que tiene el cargo asegurado.

La razón última que la empuja a no regresar por el momento, según la persona actualmentemás próxima a Isabelita, es su deseo de no tener absolutamente ninguna relación con el actual gobierno militar. Esto se apoya en una importante revelación, hecha a EL PAÍS por la misma persona: Cuando se planteó la invasión de Las Malvina, el entonces presidente Galtieri ofreció todo tipo de reparaciones personales y políticas -"hasta la presidencia de la república, si hubiese querido"- si se comprometía con la causa militar.

"La señora de Perón se negó y desde entonces ha sufrido todo tipo de presiones por parte de los militares. Ella considera que su sola presencia en Buenos Aires significaría un apoyo a la ley de autoamnistía. Y está en contra de esa decisión".

Por lo demás, la crónica actual de esta señora es la crónica de una vida solitaria y, en cierto modo, melancólica. Casi de anacoreta. Fuera de los Flores Tascán, no tiene otros amigos conocidos. Vive en un piso prestado por una aristócrata en el barrio de los Jeránimos, cuando no utiliza la finca de Guadarrama o el apartamento de Fuengirola de aquellos. Desde la época de su cautiverio en Argentina conserva la costumbre de madrugar y de acostarse muy temprano. Acude a misa (sus lecturas habituales son religiosas), hace gimnasia y dedica el resto de la mañana a despachar la abundante información que recibe de su país.

Ha decidido no conceder ni una sola entrevista (en realidad nunca concedió ninguna, si se exceptúan algunas a revistas del corazón, ya que no tiene un buen concepto de la Prensa, aunque nunca lo ha afirmado),y únicamente romperá su ley del silencio para recibir a Juan Carlos Ortiz, uno de sus tres abogados bonaerenses, para tratar de sus intereses económicos y quizá para insinuarle un deseo: Ser embajadora de Argentina en Madrid.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_