De un tabú a otro tabú
Mientras un nutrido grupo de cristianos de todo el Estado español reflexionamos sobre el gravísimo problema de la paz, nos sorprende la Prensa con una nueva forma de guerra: "La guerra de los catecismos". Es muy difícil para un lego en la materia ahondar en la profundidad del problema que aflora en esa extraña lid de la que nunca nos habían hablado nuestros manuales de historia.Pero creo que los católicos tenemos el derecho -y el deber- de preguntar respetuosamente a los que llevan desde arriba el entramado de la imprevista lucha algunas cosas que se refieren a lo más entrañable de nuestra tradición.
Afortunadamente, todos empezamos a estar de acuerdo en que se nos ha ido la mano pedagógicamente en la formación del niño o del joven para el sexo. Un tabú incomprensible ha dejado desamparado al adolescente, al joven e incluso al adulto, sin saber por dónde salir del callejón de salida.
Pero he aquí que en un catecismo o texto de religión para 62 de EGB (11 años) se da un salto mortal del tabú antisexual al tabú prosexual. Y precisamente aquí está el punto de fricción entre el Gobierno y la Conferencia Episcopal. Creo que para entendernos bastará con reproducir este párrafo de la página 47 del texto de la Conferencia Episcopal: "El bienestar que nos dan los medios de consumo está posibilitando la desmoralización de nuestra sociedad. Sabemos que hay mucha hambre y subdesarrollo, pero nosotros gastamos más cada día. Sabemos que hay paro, y nosotros cada día queremos acumular más dinero para malgastar. La más pequeña dificultad se convierte en un gran escollo y el hombre ataca a costa de quien sea, hasta matar: guerras, aborto, terrorismo, etcétera".
No se vaya a creer que le reprochamos a la Iglesia que condene el aborto. Está en lo suyo, siempre y cuando sp sepa en qué consiste científicamente el aborto, entendido como "occisión de un ser humano en su fase intrauterina".
Pero, ¿es que a un niño o niña de 11 años le preocupa el problema del aborto? ¿No es una grave imprudencia pedagógica adelantar un problema que está fuera de los intereses de un niño de esa edad? ¿Habría que proponerles equivalentemente la cuestión de las relaciones prematrimoniales? En realidad, ya habrá tiempo para ello.
Además, en un cerebro onceañero es muy difícil que entren en un mismo paquete las "guerras, el aborto y el terrorismo". No se trata, pues, de una guerra religiosa, en el sentido de que una confesión religiosa, como la católica, no tenga pleno derecho a adoctrinar a sus fieles con el contenido de,su mensaje. Se trata más bien de un ámbito previo, donde una Iglesia y un Estado pueden medir las armas de igual a igual: la conveniencia pedagógica de iniciar a niños de cierta edad en temas que están muy por encima de sus intereses.
La Administración civil no puede ceder ante ninguna extorsión supuestamente religiosa para verse obligada a cometer un grave desafuero pedagógico.
En una palabra: para bien de los españoles, que de guerras civiles y de inquisiciones estamos hasta la coronilla, salgan ambos bandos, por los Campos de Montiel de las conveniencias pedagógicas, y resuélvase el conflicto desde ese punto de vista, sin implicar recíprocamente a la Iglesia católica y al actual Gobieno socialista que está en el poder.
Como en los primeros tiempos, salgan extramuros los guerreros a componer sus lides y conflictos, y déjennos a los ciudadanos de a pie arreglar de la mejor manera nuestros difíciles. asuntos de cada día.
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