_
_
_
_
Altos Hornos del Mediterráneo, después del acuerdo

Un futuro llamado AHM

"Mis hijos son ya mayores. Están en el paro, pero ya no podrán entrar en AHM". En la frase se resume el futuro de Sagunto, el futuro de Altos Hornos del Mediterráneo. Tradicionalmente, los hijos de los trabajadores de la siderúrgica valenciana ingresaban, al llegarles la edad, en la misma fábrica donde habían trabajado sus padres y hasta sus abuelos.Hoy ese futuro se les escapa de las manos. Los jóvenes de Sagunto, los niños que acuden a las asambleas en el campo de fútbol, con sus camisetas con el TBC para Sagunto, no tendrán ese futuro asegurado que hasta hace muy poco tenían prácticamente todos los saguntinos. Lo saben ellos y lo saben las, mujeres que incansablemente han recorrido las, ciudades españolas pidiendo solidaridad y firmas para conseguir esas 500.000 que necesitan para que el Parlamento debata el decreto de reconversión. Lo saben también los industriales, los dueños de los bares, de los pequeños y grandes comercios de Sagunto.

Más información
Sagunto, un respiro tras ocho meses de conflicto

Las gentes de Sagunto pasan ante la factoría, alrededor de la cual se apiña el pueblo, y piensan en el día en que desaparezcan esos muros, los, camiones dejen de entrar y salir con su carga y por la calle bordeada de árboles dejen de acudir los obreros al trabajo. No hay otras salidas en Sagunto, salvo la fábrica, ahora amenaza da de muerte. Por eso, las razones que se esgrimen en Madrid para cerrar la factoría suenan lejanas y nadie cree en las promesas de nuevos puestos de trabajo alternativos.

"Toda mi vida he trabajado en esto. ¿Qué trabajo van a darme ahora, y donde está?". Nadie lo sabe. Los del 28 lo repetían incansablemente, con la carta de despido -posteriormente anulada- en su bolsillo, en el último día que acudieron a trabajar al tren estructural. Había que seguir produciendo lo que fuese, no parar el tren, convertido ahora en símbolo. "Si dejamos que nos lo cierren, después cerrarán el resto de las instalaciones".

Y en la última asamblea, cuando Miguel Campoy trataba de con vencer a los saguntinos de aceptar la propuesta del INI de paralizar el tren, cuando con gesto adusto, sin apenas mover un músculo de su cara, pedía que aceptaran, al guien intervino después para recordar que. "si cedemos, jamás podrán trabajar los jóvenes, será la muerte lenta de AHM". Fue la in tervención más aplaudida, y en los dirigentes sindicales apareció el temor de que la situación fuese nuevamente desbordada, que aquella asamblea les arrastrara hacia un callejón sin salida.

Miguel Campoy tomó la decisión de que sólo votaran los trabajadores para, lo había dicho, unos minutos antes, "enterrar con dignidad el tren 28". Fue la única vez que se impidió participar a las mujeres y a los jóvenes sin trabajo. Nadie sabe cuál hubiera sido el resultado si la asamblea en pleno hubiera participado en la votación.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_