El grupo Yauzkari, frente al movimiento espontáneo

La coreografía del ballet El invernadero -inspirada, según José Laínez, en la obra del poeta Charles Baudelaire- es una constante luchador ocupar espacios y dar expresión humana a un volumen. Sus infinitas líneas estáticas y simétricas entran en acción porque sí, sin ningún agente externo que las motive: música, luz, tema, etcétera.Está claro que si la danza contemporánea goza de licencias respecto al clásico es porque pretende llegar a ese "movimiento espontáneo" que da la creatividad sin fronteras, pero exige la sincronización de todos los ritmos que la integran; es evidente que esto es difícil, muy difícil.

Es una estructura coreográfica superada hace muchos años. Ya Doris Humphrey, en 1930, decía que los coreógrafos deben intercalar en sus obras distintos ritmos para evitar monotonía, desarrollar emotividad y facilitar la interpretación de las mismas.

El primer cuadro, Vi en pleno mediidía, alcanza mayor expresividad en la interpretación. El movimiento de Marta Contín y Mar¡sa Vera es correcto.

El quinto cuadro, Cual cascabeles, nos recuerda al mimo. La danza rechaza toda imitación de gestos y acciones de personajes; la danza expresa sentimientos, sensaciones, no limita.

El último cuadro, Eternos luchadores, está danzando con música de percusión africana, es la mejor interpretación de este joven grupo de futuros bailarines que se esfuerzan hasta el límite de sus posibilidades.