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Reportaje:

La 'guerra del taxi' en el aeropuerto de Barajas

Los vehículos 'piratas' y el cobro abusivo de las carreras amenazan con arruinar el prestigio profesional de los taxistas madrileños

La captación ilegal de pasajeros, denominada caza al tirón y practicada sobre todo por conductores de vehículos piratas, es decir, sin licencia municipal de taxi, constituye, desde la apertura del aeropuerto, uno de los principales problemas con que se enfrentan tanto los policías municipales allí destacados como la mayoría de los 15.500 taxistas madrileños, partidarios de mejorar su prestigio profesional. La operación va acompañada de forma inevitable por el cobro abusivo de las carreras. Su erradicación, afirman los policías municipales, es difícil, puesto que los guardias no pueden actuar en el interior de las edificaciones del aeropuerto.En la actualidad, según denuncian las organizaciones profesionales de los taxistas madrileños, la caza al tirón está protagonizada sobre todo por los conductores de una cooperativa de vehículos de abono domiciliada en Coslada. UGT del taxi afirma que unos 40 coches integrados en esa cooperativa realizan transporte de viajeros desde Barajas a Madrid. Como no tienen taxímetros, los de Coslada, afirma UGT, cobran un precio fijo por sus servicios: 1.500 pesetas desde Barajas a Madrid, si el destino está situado antes de cruzar el Manzanares, y hasta 2.500 pesetas si hay que cruzar los puentes.

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Según Clemente Torres, presidente de la Asociación Gremial del Taxi, la actividad de esa cooperativa de Coslada "se debe a un error de Aviación Civil, que les autorizó, hasta diciembre de 1984, a recoger pasajeros dentro del aeropuerto. Pero dicho convenio obliga a los coches de Coslada a estar en un garaje, esperando la llamada telefónica del cliente y no buscándolo en las salas y sin respetar las colas". Por su parte, la cooperativa de Coslada afirma que el número de sus coches es tan sólo de 15, y argumenta que su trabajo está autorizado por Aviación Civil. Éste es el mismo conflicto que se planteaba antes de 1975, cuando en el aeropuerto de Madrid podían trabajar con libertad los autoturismos, cuyos permisos se concedían a antiguos miembros del aparato represivo o sindical franquista.

Pero no sólo los piratas cobran cantidades dos o tres veces superiores a lo que marcaría un taxímetro en regla. También algunos taxistas practican esa picaresca con los recién llegados a Barajas. Lo afirman las organizaciones profesionales del sector.

Barajas es uno de los grandes mercados de los taxistas madrileños. El pasado año, 10.500.000 pasajeros utilizaron el aeropuerto de Barajas en viajes de ida o vuelta. Esa cifra supone, según informan fuentes del aeropuerto, que cada día llegan en avión a Madrid unas 15.000 personas por término medio. En busca de esos clientes potenciales se moviliza una flota de varios miles de taxis y algunas decenas de vehículos piratas.

Los taxis forman colas ante las puertas de salida de las dos terminales de llegada del aeropuerto. En la de vuelos nacionales, la fila de vehículos bien puede tener una longitud de tres kilómetros, lo que supone que los conductores han de esperar una, dos o tres horas para recoger a un pasajero. La cola es siempre menor frente a la terminal de llegada de vuelos internacionales, pero en ella se registra el curioso fenómeno de las timbas organizadas sobre el césped de los jardincillos por los conductores. Los participantes en esas partidas de cartas, donde se apuesta en efectivo, están en permanente zozobra, para no verse sorprendidos por los coches azules de la Policía Municipal.

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25 dólares por ir a Torrejón

Un total de 60 agentes de la Policía Municipal de Madrid, organizados en dos turnos, trabajan desde las siete de la mañana a las once de la noche en el aeropuerto de Barajas. Los municipales tienen su cuartelillo frente a la terminal de salidas nacionales, pero allí tan sólo hay cuatro o cinco hombres de forma permanente. El resto dedica la mayor parte de sus energías a poner orden en la actividad de los taxistas. Por la noche, este grupo es sustituido por el servicio de Protección Ciudadana.

Frente a las dos terminales de llegada, los guardias se encargan de ir llamando a los taxis formados en cola cada vez que un cliente requiere sus servicios. Surgen entonces los primeros problemas. "El taxista", afirma un agente, "no tiene derecho legal a escoger viajero, pero aquí no hay día que no nos llevemos una bronca, porque el conductor, después de horas de espera, quiere hacer una buena carrera, y para eso prefiere a extranjeros y a gente con muchas maletas. Así que si le toca subir a cuatro personas que Van a la Alameda de Osuna, se cabrea".

Después vienen las denuncias por cobros abusivos. El sargento Prudencio Martín, responsable de la unidad, cuenta, por ejemplo, que el pasado miercoles, un matrimonio canario, de regreso hacia su tierra, denunció que el día anterior un taxista le había cobrado 2.190 pesetas por un viaje desde el aeropuerto hasta la céntrica calle de Mesonero Romanos. "En tres cuartos de hora localizamos al taxista, quien, por supuesto, lo negó todo. Era un reincidente; en una ocasión les cobró 25 dólares a unos americanos por llevarlos a Torrejón, que está aquí al lado".

Unos 500 taxistas están fichados por el destacamento de la Policía Municipal de Barajas como autores de irregularidades de todo tipo, según informa el sargento Martín. Entre ellos, hay muchos que acumulan 20 ó 30 denuncias, que casi nunca culminan en sanciones.

De ladrocinio califica los abusos cometidos en Barajas por algunos conductores, piratas o legales, un portavoz de los taxistas madrileños organizados en la UGT. "A los viajeros pardillos, la mayoría extranjeros, se les piden 2.000 ó 3.000 pesetas de antemano por el transporte hasta Madrid, cuando la bajada de bandera es de 60 pesetas y los únicos pluses permitidos son de 100 pesetas por salir de Barajas y de 15 pesetas por bulto", afirma el ugetista, que calcula que una carrera desde el aeropuerto a la plaza de España es difícil que cueste más de 1.000 pesetas.

Para Clemente Torres, de la Asociación Gremial de Autotaxis de Madrid, "la picaresca de una minoría está desprestigiando internacionalmente a los taxistas madrileños. Todas las mañanas me llueven llamadas telefónicas de clientes engañados en Barajas. Hasta desde Nueva York protestan", afirma. Según Torres, el Ayuntamiento de Madrid no actúa con suficiente energía para acabar con estas prácticas. "Habría que retirar la licencia a algunos, y así los demás aprenderían", afirma.

Valentín Medel, concejal de Circulación y Transportes del Ayuntamiento de Madrid, responsable de la organización del servicio de taxis en el aeropuerto de Barajas, rechaza la acusación de indulgencia. "Ahora mismo estamos tramitando unos 30 expedientes a otros tantos taxistas, que pueden acabar con sanciones ejemplares", dice. Pero, según afirma el concejal, la actividad de una pequeña pero tenaz minoría de conductores es difícil de eliminar.

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