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LAS VENTAS / FERIA DE OTOÑO

La encerrona

Antoñete resultó cogido al matar a su primer toro. Resbaló en el volapié y quedó prendido del pitón durante unos segundos dramáticos. Las asistencias se lo llevaron a la enfermería y en la plaza quedaba un ambiente de consternación profunda por la impresionante cogida, pero también porque al veterano diestro la afición madrileña lo venera.A un torero de esta edad y esta calidad no se le puede meter en una encerrona de cinqueños broncos, como el cárdeno de la cogida, al que no pudo dominar. El género de ayer traía en sus entrañas la marca del fracaso lo mismo para el maestro que para los discípulos, y para el público era encerrona también, pues resultó saldo lo que le habían anunciado corrida de lujo.

Plaza de Las Ventas

16 de septiembre. Tercera corrida de la Feria de Otoño.Toros de FelIpe Bartolomé, Buendia, Jandifia, Marcos Núñez, La Quinta, y Torrestrella, cinqueños, flojos y deslucidos. Antoñete. Herido menos grave al entrar a matar. Sánchez Puerto. Ovación y salida al tercio / Silencio / Aplausos. Yiyo. Aviso; ovacion y salida al tercio / Oreja protestada.

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Cogida grave de Antonio Rojas

El toro que no salía violento se quedaba de un aire, mirando para Calcuta, y el que no sacaba la pata chula hocicaba de anemia perniciosa. Así no había forma de sacarles partido y era un sufrimiento para todos. Sánchez Puerto aún lo padeció mayor, pues el público se le mostraba distante. Cuando recreaba la verónica en los quites, rematadas con medias verónicas belmontinas, las ovaciones no se correspondían con la hermosura de los lances. Y cuando cuajaba los mejores muletazos de la tarde, principalmente un monumental ayudado por bajo, arquetipo del toreo más puro, los olés se producían con sordina. Sus faenas, hechas de un variadísimo muestrario de suertes, que ejecutaba con cadencia y estilo, estaban lejos de ser ligadas o brillantes, pues era imposible con aquél ganado boyancón.

Ahora bien, no todo son culpas ajenas. Una chispa le falta a Sánchez Puerto para encender en el tendido la llama de la pasión. Y esa chispa es, sencillamente, que no sabe irse de la cara de los toros con la galanura que enseguida aprenden hasta los más negados para este oficio. En lugar de volverse con jactancia, parece que pide perdón. Torea como un príncipe, se va como un plebeyo.

El sexto, de Torrestrella, ya estaba inválido antes de que el picador acabara de inutilizarlo con un puyazo en los blandos. El público armó un escándalo mayúsculo, con toda razón. Está harto de estas invalideces que los taurinos cada año pretenden justificar con pintorescos argumentos, sin que nadie desde la autoridad se decida a erradicarlas, investigando por los siniestros canales del fraude.

Todo el lote de Sánchez Puerto debió volver al corral. Y el ejemplar de La Quinta, lo mismo. Éste era, además, borrego, deslucido como todos, pero El Yiyo supo en celarlo. En la ligazón, a propósito acentuada -lo que revela buena técnica- estribó el valor principal de su faena, que en cuanto a niveles artísticos adolecía de acusados altibajos. Sus rasgos cimeros, los consiguió en un ceñidísimo molinete girando lentamente entre los pitones y en una serie de redondos, mientras con la izquierda bajaba mucho su toreo. En el bronco y cornalón colorao de Jandilla pisó los terrenos adecuados, dio la distancia justa, sorteó derrotes escalofriantes. No se le podía exigir más.

Cayó Sánchez Puerto al recibir al sexto, se le arrancó el toro, y aunque resultó seriamente magullado del revolcón hubo suerte, pues tal como recibió la violenta acometida, temimos lo peor. Para entonces, una ambulancia ya se había llevado a Antoñete a la clínica. La encerrona a los toreros había tenido graves consecuencias. La encerrona al público, favorecida por la pasividad de un presidente que renunciaba a ejercer su autoridad, pudo provocar un conflicto de orden público. "Esto es de juzgado de guardia", decía la gente, al abandonar la plaza. Sí, de juzgado de guardia fue.

Antoñete se recupera de la cornada

Antoñete pasó la noche de ayer con molestias y dolores a causa de su cornada, pero espera reaparecer pronto. Dijo que la cogida se debió a un resbalón, consecuencia de unos pequeños charcos en la plaza. Aunque perderá las corridas de Valladolid y Logroño, confía en poder torear en la feria de san Miguel, de Sevilla, Barcelona y Zaragoza."Ahora mismo acabo de despertar de la anestesia y lógicamente la herida me duele, me encuentro bastante fastidiado, pero eso es normal", dijo el torero por teléfono desde su cama en la clínica Loreto. Mañana -por hoy- me visita el médico de la plaza para examinar la herida otra vez y decirme cuánto tiempo tengo que estar internado. Ha sido una herida limpia". Según el parte del cirujano que le operó en la enfermería de la plaza, sufre "cornada de 15 centímetros en fosa inguinal, que interesa oblicuo mayor y contusiona el cordón espermático; contusión erosiva en región frontal; pronóstico menos grave".

"Me cogió el toro porque resbalé en el agua que quedaba en esa parte de la plaza", dijo el diestro. Después del paseíllo los areneros echaban arena en esa zona -frente a los tendidos uno y diez- y un sector del público mostró su enfado por la tardanza en comenzar la lidia. Antoñete no culpó a nadie del percance. "Es la fatalidad", dijo. "Son cosas que pasan en el toreo".

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