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El presupuesto francés para 1984, marcado por la austeridad y una mayor presión fiscal

Liquidar la inflación, crecimiento bajo, presión fiscal acentuada, austeridad general, salvo en los sectores considerados pilares del futuro (reindustrialización, cultura, educación y éstas son las prioridades del presupuesto que acaba de estudiar el Gobierno socialista francés para 1984. El déficit de la ley de Finanzas alcanza 125.000 millones de francos (2,25 billones de pesetas). Los responsables oficiales de la economía valoran su ley de Finanzas como de transición, en espera de que la reactivación económica mundial permita otros lujos.

El ministro de Economía, Jacques Delors, agota todas sus dotes pedagógicas para hacerles creer lo contrario a los contribuyentes, pero como si nada: desde anteayer, los franceses aguantan como pueden lo que ellos califican de tormenta fiscal. El presupuesto de 1984, en efecto, apenas ha liberado de la multiplicación de los impuestos a una parte (los casados, con hijos) de los que sólo ganan el salario mínimo. Todos los demás han caído en el cepo del rigor que les impone el Gobierno.Con ello, el Estado espera entrar en lo que se desearía que fuese la última línea recta de la crisis económica. El crecimiento en 1984 se ha calculado en un 1%. La inflación al final del mismo año se espera que haya disminuido hasta el 5% (a finales de 1983 será del 9%, aproximadamente). Quieren subsanarse total o parcialmente los déficit más alarmantes, como son el del comercio exterior y los sociales (paro, vejez, Seguridad Social).

Para todo ello, el Gobierno socialista ha recurrido a los contribuyentes, procurando que los más desfavorecidos paguen menos. Los cuadros y los grandes propietarios son quienes cargarán con el peso de la presión fiscal. Todos los franceses que pagan más de 20.000 francos de impuestos (370.000 pesetas) tendrán que afrontar una nueva tasa progresiva del 5% al 8%. Aumenta también el impuesto sobre las herencias: la herencia mínima, de 3,4 millones de francos, pagará como derechos el 30%, en vez del 20%, y el 40% cuando la herencia es superior a 11,2 millones de francos.

Limitación de gastos

Las empresas públicas y privadas son las únicas que, de alguna manera, se salvan de la guillotina presupuestaria. El muro del dinero -que los socialistas y comunistas vilipendiaban al inicio de su mandato en 1981-, tras dos años de práctica gubernamental, goza de los mejores favores del Gobierno (no así de los comunistas ni de una franja socialista), que no lo grava con impuestos suplementarios y en algunos casos lo libera de ciertas cargas para que invierta.Globalmente, el Estado limita sus gastos al 6,3% de aumento. Todos los ministerios ven sus presupuestos encogidos, salvo cuatro: los de Industria e Investigación, Cultura, Formación y Educación. En pocas palabras, se trata, para el Gobierno socialista, de resaltar cuáles son las prioridades presentes de un país que aspira a tener futuro: saber y reindustrialización.

El presupuesto de rigor satisface a pocos o a nadie, aunque algunos lo aguanten. En los medios extraoficiales se teme que tanto impuesto, quizá, no sirva más que "para pagar las deudas que han contraído los socialistas con su gestión ruinosa de los primeros tiempos". Es la impresión que intentó despistar anoche el presidente de la República, François Mitterrand, al participar excepcionalmente en una emisión televisiva puramente económica. Los sondeos de los últimos días dicen que su imagen ha llegado al punto más bajo que se recuerda en los anales de la historia de los presidentes de la V República: sólo el 29% aprueba su gestión, contra el 55%, que se manifiesta en sentido contrario. Al tiempo, el 63% de los franceses considera negativo el balance de la gestión de Mitterrand y el 61 % no le hace caso cuando habla de economía.

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