Cientificos de EE UU descubren un insospechado valor en las expresiones faciales
El movimiento de los músculos faciales, propio de las expresiones características de alegría y otras emociones, puede producir los efectos sobre el sistema nervioso que normalmente acompañan a estas emociones.La vieja recomendación de "reírse de los problemas propios" como primer medio para afrontarlos recibe así un nuevo apoyo científico, basado en esta ocasión en las investigaciones que ha dirigido el doctor Paul Ekman, psicólogo de la universidad de California, en San Francisco.
Los recientes descubrimientos en este campo pueden repercutir en el arte de la actuación, el tratamiento de las enfermedades mentales y en una mayor comprensión del funcionamiento del cerebro. El movimiento mecánico de los músculos de la cara, según Ekman, está estrechamente ligado al sistema nervioso autónomo que controla el ritmo del corazón y otras funciones vitales e involuntarias en todo el cuerpo.
Es evidente, según Ekman, que la gente tiende a imitar las expresiones de aquellos que le rodean. Esta imitación, según los últimos descubrimientos, produce los mismos efectos en el sistema nervioso. Esto puede explicar la reacción emocional del público en el teatro, o la profusión contagiosa de rostros sonrientes en una fiesta o el porqué del éxito de una cara que sonríe. "La percepción de otro rostro no es tanto un acto de transferencia de información" dijo Ekman, "sino una interpretación literal por la cual sentimos las sensaciones que los otros sienten".
Enfermos mentales
Los científicos piensan explorar ahora la posibilidad de solucionar algunos problemas específicos de los enfermos mentales si se les convence de que rían en determinados momentos. El equipo de investigadores pidió a varios actores profesionales que siguieran al pie de la letra indicaciones como "levanta tus cejas y tira de ellas juntas. Ahora levanta tus párpados y lleva tus labios horizontalmente hacia las orejas". En este experimento no se le dijo al actor qué tipo de emoción se traducía a partir de tales movimientos. El resultado fue una expresión de miedo. Las variables controladas por el sistema nervioso autónomo fueron medidas continuamente y se registró un aumento del ritmo cardiaco mientras bajaba la temperatura de la piel, efectos que acompañan al miedo real. Los actores pueden producir los mismos efectos sobre el sistema nervioso por medio de una deliberada expresión de miedo, pero la investigación demostró que los cambios eran más pronunciados cuando los actores simplemente seguían las indicaciones y movían mecánicamente sus músculos faciales. Además de Ekman, los autores del informe sobre este experimento, que se publicará el próximo 16 de septiembre, son el doctor Robert W. Levenson y su colega Wallace V. Friesen.El experimento de Ekman y su equipo demuestra que es posible utilizar la medición de las palpitaciones y la temperatura de la piel para distinguir la ira del miedo y para diferenciar entre estas dos emociones como grupo y la felicidad, disgusto o sorpresa.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.