Patética senectud
Octopussy.Director: John Glen. Guión: Richard Maibaum y Michael G. Wilson, según la novela de George MacDonald Freser y el personaje de Ian Reming.
Fotografía: Alan Hume. Intérpretes. Roger Moore, Maud Adams, Louis Jourdan, Kristina Wayborn. Aventuras. Norteamericana,
Locales de estreno: Lope de Vega, Benlluire, Juan de Austria, Cartago e Infante.
Antes de que comience realmente la acción, vemos al agente británico 007 intentar colocar una bomba en una base aérea cubana. Aunque no se explica por qué lo hace, ni se retome más tarde el incidente (¿no es Bond un supuesto defensor del orden antes que un provocador?), el espectador no debe asombrarse: toda la película es igual de confusa, carnaza de guerra fría, viejo tópico de los peligros que supone la U. R. S. S. y para el que los guionistas no se han esforzado en encontrar una idea, una imagen, una lógica mínima.La sinrazón preside las extrañas aventuras del envejecido agente que interpreta ahora Roger Moore con innumerables tics. El delirio culmina la propuesta del filme mezclando el absurdo de un palacete hindú habitado por señoritas que buscan su redención espiritual, la representación de un circo de Berlín Oriental en la base norteamericana del otro lado del muro, la provocación de un demente general soviético que quiere colocar una bomba en el tren de ese circo para justificar su invasión de la Europa de la OTAN, el cambio por piezas falsas del Museo de Joyas de Moscú, una rara teoría sobre los pulpos (los octopussy) y, en general, inverosimilitudes de tal calibre que ni el mayor respeto por la fantasía facilita su carácter de entretenimiento.
DIEGO GALÁN
G.,
Es probable que se sigan fabricando productos Bond durante varias temporadas más, pero la fórmula acabó hace tiempo, el mismo día en que se concluyó Agente 007 contra el Dr. NO, primer título de la serie. No sólo porque las aventuras del protagonista han llegado a un rebuscamiento que agota, sino porque hasta los trucos se realizan con asombrosa torpeza cuando no con un descarado abuso de la presunta omnipotencia del famoso agente. Las aventurillas carecen de la elemental base que justificaba las películas de acción. Aquí sólo hay gratuidad, y el espectador, lógicamente, se desinteresa de cuanto pueda ocurrirle al repelente héroe: sabe que se salvará de la dificultad de cada momento con un soso chiste del guión. Cóctel que no encuentra su hilo conductor, 0ctopussy tampoco ofrece el atractivo de una buena interpretación. Los muchos años de Roger Moore y Louis Jourdan quedan vagamente contrastados con los alegres bañadores de las remeras del Ganges.
Las mujeres protagonistas no tienen el atractivo erótico que parecía imprescindible en la serie; tampoco, claro, tienen talento. A España han acudido cuatro extras para promocionar la película: no hay nada mejor en el filme.
Babelia
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