Cuba, sin peros

Sin ánimo de polemizar y declarar la verdad sobre Cuba, y en relación con la carta publicada el 22 de agosto y firmada por Pilar Martínez Blanco y tres firmas más de Salamanca, tengo que manifestar lo siguiente:Con fecha 12 de noviembre del año 1982, y durante 15 días, visité la República de Cuba (igual que puede hacerlo cualquier ciudadano). Durante ese tiempo visité La Habana en todas direcciones: fui a La Habana Libre, el malecón, la plaza de la Revolución, Bacuranao, Campo Florido, Guanabo y todo lo que se me antojó, y jamás me encontré con nadie que me pidiese la documentación. Hablé con toda clase de personas de los distintos estamentos sociales (guagueros, limpiabotas, taxistas, barrenderos) y a mí nadie me preguntó por qué lo hacía; y que conste que no fui a Cuba, a investigar nada: fui como turista y a pasarlo lo mejor posible. Llegué al aeropuerto José Martí un tanto prevenido, ya que me decían que registraban minuciosamente el equipaje. Pues bien, ni siquiera me abrieron la maleta -sí el bolso de mano-, y aunque declaré que llevaba una botella de coñá, me dijeron que no tenía importancia. Puedo jurar que no vi niños pidiendo y tampoco ancianos. ¿Cómo es posible que a esas turistas que escriben las hayan tratado tan mal? Yo puedo atestiguar que recibí un trato exquisito, que fui adonde quise y que nadie se metió con mi persona.

Que conste que pagué mi viaje con mi dinero y que no tengo ningún compromiso contraído con el Gobierno de Cuba. En justicia diré que salí de Cuba encantado del trato recibido y que pienso repetir la experiencia. Y lo que sí digo también es que no se puede visitar un país con la idea preconcebida de desacreditarlo.

El pueblo de Cuba tiene muchas dificultades, y sus habitantes así lo declaran. Es una nación que vive una economía de guerra y que está bloqueada por EE UU, pero es un pueblo maravilloso, sencillo, humano y cariñoso y yo así lo atestiguo. /