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Crítica:FESTIVAL DE SALZBURGO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

'Jederman', la leyenda medieval de Hugo von Hofmannsthal

El 22 de agosto de 1920, Max Reinhardt montó -ante las escalinatas de la catedral de Salzburgo- la primera representación de Jedermann, la pieza teatral de Hugo von Hofmannsthal. El dramaturgo concibió su "escena teatral sobre la muerte del hombre rico" exactamente para el lugar risico donde, desde hace más de 60 años, se viene escenificandó.Reinhardt deseaba montar unas veladas artísticas en la villa natal de Mozart y creía necesario centrar aquellas en torno a una representación de una pieza alegórica: un misterio medieval o un auto sacramental. Tras vanos intentos en busca de la pieza adecuada -Reinhardt quería realizar una,función al aire libre-, Hofmanssthal se ofreció a escribir una obra ad hoc, que reuniera los elementos que Reinhardt trataba de conjugar. Eligió para ello una vieja leyenda medieval, no precisamente austriaca o germana, sino inglesa: la pantomima denominada Everyman (Cualquier hombre), cuyo origen sitúan algunos, a su vez, en una pieza holandesa, Elckerlijk.

J

L. PÉREZ DE ARTEAGA, Salzburgo

Versificando en un alemán antiguo de gran espontaneidad y frescura rítmica, Hofmanssthal relata cómo Dios decide que la muerte visite al rico Jedermann y le anuncie, en medio de un banquete con su amante y amigos, que ha de morir en una hora; infructuosamente, busca Jedermann la compañía de alguien que recorra a su lado el fatal itinerario, siéndo rechazado por su amante, su amigo íntimo, sus bufones, sus criados y hasta por su propio dinero, que se le aparece bajo la apariencia de un hombre-moneda: sólo una escuálida mujer -sus escasas buenas obras-, acompañada de su hermana la Fe, guiará a un Jedermann pobre y solitario en su último viaje.

Reinhardt dio vida a este texto empleando los especiales recursos acústicos y visuales de la plaza, de la catedral salzburguesa. El éxito, enorme, obligó a repetir la obra al año siguiente, y desde 1926 hasta el día de hoy Jedermann se ha representando de forma continuada -con sólo una pausa forzada, la del Anschluss hitleriano e inmediata guerra mundial-, convirtiéndose en el símbolo del Festival, tal como Reinhardt soñara.

El genial escenógrafo estuvo al frente de las representaciones hasta 1937; desde 1946, diversos regisseurs se han ocupado del montaje de Jedermann, aunque siempre respetando el concepto escénico original de Reinhardt. Las dos principales novedades de este año han sido la música de Gerhard Wimberger -sustituyendo a la de Joseph Meisner, utilizada desde 1926- y el cambio de intérpretes en los dos papeles principales. Wimberger ha intentado, con éxito, aprovecharse también defentorno acústico, situando cuatro fanfarrias de metales en las esquinas de la plaza y acompañando la acción con el gran órgano sito en el interior de la catedral; un marimbáfono secunda las apariciones de la muerte, mientras que un coro femenino concluye la pieza.

De otro lado, Jedermann es incorporado, a partir de este año, por Klaus Maria Brandauer, el protagonista del Mefisto de Szabo -que reemplaza en la obra a Curd Jürgens y Maximillian Schell-; la amante de Jedermann es ahora Marthe Celler, la Fedora de Wilder..Si Brandatier resulta impecable en la primera mitad de la obra, con un calculado y elegante cinismo, su conversión y miseria en la segunda son bastante menos creíbles. Marthe Keller, brillante y coqueta, es quizá demasiado intelectual, demasiado sofisticada para el personaje; Senta Berger, inferior actriz, sabía, sin embargo, transmitir una sensualidad y sinceridad mayores. Aunque la función -caprichos del arte- la roba literal (y magistralmente) Rolf Hoppe, el hombre-moneda que encarna al ingrato dinero.

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