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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

José Bergamín

Sin el menor ánimo publicitario, sino con el de aportar un dato que pasa ignorado en la biografía de José Bergamín, quizá satisfaga la curiosidad de algunos lectores conocer su intensa y puntual colaboración literaria entre 1973 y 1978. Tuvo su marco en el semanario Sábado Gráfico. Un escritor que no publica ni se editan sus obras es como si hubiera muerto, aunque no esté olvidado. Eso le ocurría a Bergamín, que fue llevado a la citada revista por el fabuloso y generoso Arturo Soria, con el aval del profesor José Luis Barros, ambos fieles y fervientes admiradores del gran poeta y periodista fallecido."No tiene ni para comer y, además, está muy bajo de moral", me dijo Arturo Soria, expresando que más que necesidad física (le sobraba con sus hijos y amigos para atenderle), era la inactividad literaria, la muerte en vida de un olvidado. Lo que, al comienzo, pareció obra caritativa a base de publicar algún refrito se convirtió en fuente de energía y regusto por la vida para Pepe Bergamín.

Llevaba personalmente sus artículos, mecanografiados y prolijamente corregidos, enrollados y sujetos con una goma, hasta la redacción. Nada de refritos, sino que volvió a manar su agudo, retorcido y bello estilo, que encerraba un certero dardo en cada cegadora metáfora.

Estoy, y está Sábado Gráfico, muy orgulloso de haber contado con la alegre colaboración de aquel malicioso talento, que ha dejado en la colección del semanario más de 200 artículos, a caballo entre el franquismo y el posfranquismo.

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Dato curioso: su siempre conflictiva sección fija, Las cosas que no pasan, tuvo su inevitable tropiezo. Un artículo titulado El franquismo sin Franco, publicado en el número 979 (3 de marzo de 1976), le llevó al Juzgado de Orden Público, siendo primer ministro Carlos Arias Navarro, de poco grato recuerdo. Tuve el honor de acompañar a José Bergamín ante el juez, Rafael Gómez Chaparro, y asistir a un largo y ameno coloquio entre el encartado y el magistrado, que intercambiaron anécdotas y recuerdos con mutua consideración y respeto. La declaración de Bergamín apenas fue de ocho líneas, sobreseyéndose inmediatamente el tema. A efectos del conocimiento de las jóvenes generaciones, y por haberlo copiosamente padecido -y usted también, señor director-, el célebre Juzgado de Orden Público, al menos en cuanto a presuntos delitos de Prensa (yo comparecí 22 veces), actuaba automáticamente a petición de la Administración, en estos casos, del Ministerio de Información y Turismo. Rara vez a instancias del ministerio fiscal y, que yo sepa, ja-

Pasa a la página 14

José Bergamín

Viene de la página 13más de motu proprio. Conviene que algunas precisiones se hagan para que los futuros historiadores -españoles y extranjeros- interpreten correctamente cada época, su circunstancia y los hombres que decidían o padecían los efectos del poder.

A Bergamín un buen día le dio la ventolera por apuntar a una diana que yo, como director de Sábado Gráfico, no consideré oportuno ni conveniente alcanzar, y esta música sé que a usted no le es desconocida. La flecha era suya, pero el arco era mío. Nos separamos como muy buenos amigos, escoltado hasta su último aliento por mi admiración hacia el escritor y mi profundo afecto hacia uno de los seres más extraños y queribles que he conocido. / presidente de Sábado Gráfico, SA.

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