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Washington analiza cuidadosamente las repercusiones de la prevista visita de Reagan a Filipinas

La repercusión que el asesinato de Benigno Aquino, principal líder de la oposición filipina al régimen de Ferdinand Marcos, pudiera tener sobre la proyectada visita del presidente Ronald Reagan a este país asiático está siendo analizada en Washington, donde la Casa Blanca mantiene "por el momento" el programa de su gira por Extremo Oriente, que incluye una escala en Manila. Por su parte, el procomunista Frente Nacional Democrático, rechazó las acusaciones formuladas el pasado lunes por Marcos que atribuyó la responsabilidad del atentado a los comunistas.

Ronald Reagan sigue de cerca la investigación que ha emprendido el Gobierno filipino para ver si se desarrolla "objetivamente y en profundidad", según ha manifestado el portavoz de la Casa Blanca, Larry Speakes. La visita del presidente a Filipinas depende de la credibilidad de la investigación y de que no se descubra el menor indicio de que el régimen filipino ha participado en el asesinato de Aquino.El propio Reagan, a preguntas de los periodistas, manifestó en Los Ángeles que se estaba discutiendo la viabilidad del viaje en el Departamento de Estado.

"Por el momento", palabras en las que hizo hincapié el portavoz de la Casa Blanca, se mantiene el viaje de Reagan a Manila.

La situación ayer en la capital filipina era todavía de expectación ante lo que pueda pasar, ansiedad algo atenuada por las declaraciones realizadas la víspera en televisión por el presidente Ferdinand Marcos.

Marcos pretendió acallar con su comparecencia ante las cámaras lo que consideró "una campaña orquestada para extender el pánico" en el archipiélago y declaró -sentado en una silla roja de alto respaldo y acompañado por su mujer, a su derecha, y varios ministros, en una puesta en escena claramente ideada para infundir la sensación de poder y control de la situación- que no había decretado ni decretará la ley marcial, que no estaba detenido su ministro de Defensa, como los rumores que corrían por la, capital señalaban, y que el Gobierno no tenía nada que ver con la muerte de Aquino.

Existen indicios de que el asesino es un terrorista o un "asesino profesional" pagado por los comunistas para "desprestigiar al Gobierno y colocarlo en una delicada situación", según Marcos, quien consideró imposible la total protección de un figura pública, como ponen de manifiesto, dijo, los atentados padecidos por Juan Pablo II y Ronald Reagan.

Las acusaciones del presidente fueron desmentidas casi inmediatamente por el Frente Nacional Democrático, una coalición antigubernamental dominada por el ilegal Partido Comunista de Filipinas. El Frente acusa a Marcos de no haber, ofrecido la debida protección a su rival y asegura que con el acto "innoble" de su asesinato "Aquino se ha convertido en un mártir de la democracia y la libertad", que llegó "a sacrificar su vida por regresar a su país".

Al margen de las acusaciones cruzadas en uno y otro sentido, continúan siendo un misterio la identidad del presunto asesino y las circunstancias en que se llevó a cabo el atentado.

Las ediciones del lunes de los periódicos japoneses llegadas ayer a Manila, en las que se narra el asesinato, fueron recogidas en el aeropuerto por la censura. En estas ediciones se recoge una crónica del periodista Kiyosh Wakamiya, que viajaba en el mismo avión que Aquino, en la que afirma que fue asesinado por miembros uniformados del Ejército y no por el hombre al que el Gobierno atribuye el atentado. Wakamiya asegura que la muerte de Aquino "fue un crimen organizado y premeditado" por las autoridades filipinas.

El informador dice, que nada más aterrizar el avión, tres militares sacaron al ex senador del aparato. Ya en la pista del aeropuerto, dos de los tres hombres sacaron sus armas. "Vi a los dos disparar a la cabeza de Aquino", escribe el periodista. "Entonces un hombre saltó desde la parte posterior de un vehículo militar aparcado al lado, como si hubiera sido empujado por otro, y los militares dispararon contra él".

La viuda de Aquino, acompañada por sus cinco hijos, salió ayer de Estados Unidos rumbo a Manila para asistir a los funerales de su esposo.

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