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EDUCACIÓN

La moda de formar niños precoces se extiende en Estados Unidos

"X por 6 más 6 igual a 9; hallar el valor de X". Este problema, que muchos adultos tendrían dificultad en resolver, no tiene secretos para John Sampar, un niño de apenas 15 meses que vive en un barrio de Washington. Como otros miles de niños norteamericanos, John forma parte de lo que se denomina en Estados Unidos los superbebés, alumnos cuyas edades oscilan entre algunos meses y cinco y seis años, y que identifican una obra de Bach o de Van Gogh antes de poder comer algo más que papilla. Pese a este rendimiento intelectual extraordinario, estos niños no son superdotados ni siquiera alumnos aventajados, sino simplemente el resultado de una educación precoz.

En Estados Unidos, la enseñanza antes de los seis años no es obligatoria y no existe ningún apoyo oficial. El sector privado, de pago, es el rey, y muchos norteamericanos no ven la necesidad de desembolsar cantidades a veces elevadas para que un niño aprenda a colorear un dibujo o juegue con masilla de colores. Muchos quieren que su inversión sea rentable.Si uno está dispuesto a pagar entre 2.000 y 4.000 dólares al año -entre 300.000 y 600.000 pesetas-, encontrará el preescolar que inculcará a un niño rudimentos de informática, japonés o latín, o simplemente el programa que debería empezar a estudiar a los seis años: aprender a leer, escribir y rudimentos de matemáticas.

Este fenómeno ha hecho nacer una agria polémica entre pediatras y pedagogos, que se entrecruzan argumentos inapelables. Los partidarios de la educación a cualquier precio apuntalan sus tesis sobre los últimos descubrimientos de la psicología moderna.

Afirman, entre otras cosas, que el niño alcanza su máximo nivel de curiosidad y receptividad antes de los tres años, y aseguran que un bebé de siete meses puede iniciarse en el lenguaje matemático, y con 11 meses, empezar a leer.

Riesgo de fracaso

Los que se oponen a estos métodos, entre los que se encuentran Bruno Bettelheim e incluso el doctor Benjamín Spock, cuyos sistemas han regido la educación de la mayoría de los norteamericanos que nacieron después de la segunda guerra mundial, consideran que el objetivo que se persigue puede ser bueno, pero que el método es perjudicial."Presionar a un niño :a que estudie cuanto antes puede conducir al fracaso", afirma Bettelheim. "Estos niños están hiperintelectualizados, y la presión a la que se les somete puede poner en peligro su equilibrio", afirma el doctor Spock, mientras, los psicólogos empiezan a detectar casos de depresión entre niños de dos y tres años.

Buena o mala, esta moda de la educación precoz parece imparable. En los últimos 13 años, los niños de tres años que acuden a un centro preescolar han pasado de un 13% a un 27%, y entre niños de cuatro años, de un 28% a un 46%.

Pero existe la barrera del dinero: el 70% de los niños pertenece a familias con ingresos anuales superiores a los 25.000 dólares -unos 3.750.000 pesetas-. Este fenómeno provoca un aumento de las diferencias entre clases altas y clases bajas. Estudios demuestran que los niños con formación preescolar están mejor preparados para seguir con éxito carreras universitarias.

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