Un soviético y dos rumanos pueden estar en el centro de la red de espías belga

Entre el número indeterminado de diplomáticos del Este europeo que han sido expulsados de Bélgica pueden estar un soviético y dos rumanos, de acuerdo con filtraciones del ministerio belga de Asuntos Exteriores.

El ministerio belga aún era ayer reticente a confirmar la expulsión "con carácter de urgencia" de varios funcionarios de los países del Este, así como la detención del belga Eugene Michiels, que se encontraba presuntamente en el centro de la red de espionaje desde su puesto de encargado de las relaciones entre la Comunidad Económica Europea (CEE) y el Comecon (Mercado Común de la Europa oriental).

Un portavoz del ministerio belga de Asuntos Exteriores no quiso confirmar o desmentir las informaciones según las cuales fueron cinco los diplomáticos eurorientales expulsados del país por actividades de espionaje, según reveló el pasado sábado un diario belga.

El titular de la cartera de Asuntos Exteriores belga, Leo Tindemans, aseguró que Michiels fue reclutado "por motivos económicos y no ideológicos".

A primeras horas de la noche de ayler no se había registrado aún reacción alguna de las embajadas del Este en Bruselas ante la expulsión de algunos de sus funcionarios, y Tindemans desea, según confesión propia, "evitar complicaciones diplomáticas", negándose a revelar el número e identidad exacta de las personas expulsadas.

Se sospecha que la fuga de un espía del Este al campo occidental desveló la existencia de la red en Bélgica, que fue desmantelada tras someter a estrecha vigilancia por un período de tiempo a Michiels.

Con 60 años, el cargo de Michiels le permitía acceder a los informes de tipo económico. Sin embargo, no se descarta que el presunto espía haya podido acceder a documentos más importantes.

Un caso precedente

Se trata de la segunda red de espionaje descubierta desde comienzos de año en Bélgica. El pasado mes de mayo, el director de una sociedad soviético-belga de Amberes, Evgueni Mijailov, tuvo que abandonar el país "por ejercer actividades incompatibles con su cargo", lenguaje diplomático para describir que la persona en cuestión era un espía.Bélgica, y más concretamente Bruselas como sede de la OTAN, la CEE y numerosas multinacionales, es una víctima privilegiada para el espionaje militar, económico e industrial. El caso más célebre se remonta a 1979, cuando la secretaria germano-occidental del director de operaciones del Consejo de la OTAN, Ursel Lorenzen, se pasó a la República Democrática Alemana (RDA) después de haber informado durante 12 años sobre asuntos secretos de la Aliánza Atlántica al Este europeo.

Habitualmente, el Gobierno belga silencia estos casos de espionaje y la expulsión de diplomáticos por temor a las represalias económicas, tales como la cancelación de los contratos de compra de productos siderúrgicos y el boicoteo al puerto de Amberes, por donde transita la mayor parte de los cereales enviados al Este. Así se cree que se actúo en 1971, cuando se forzó a la expulsión de 110 funcionarios soviéticos.