La manifestación contra la 'autoamnistía' de los militares argentinos fue la más numerosa de las registradas hasta ahora en Buenos Aires
Unas 40.000 personas se reunieron el viernes por la noche en Buenos Aires para manifestar su rechazo a la ley de amnistía que se dispone a dictar el Gobierno militar argentino. La plaza del Congreso se llenó como nunca había ocurrido antes en concentraciones convocadas por las organizaciones pro derechos humanos.A la columna, encabezada por las Abuelas y Madres de la Plaza de Mayo y los familiares de detenidos y desaparecidos por razones políticas, se sumaron numerosos grupos que representaban a todos los sectores políticos y sociales. La multitud ocupaba más de 10 calles, desde la. avenida de Mayo hasta la avenida Córdoba, en el centro de la ciudad. Los embotellamientos de tráfico fueron intensos desde las primeras horas de la noche, hasta la madrugada.
Por primera vez se pudo tener una imagen concreta de la dimensión que tuvo la represión durante todos estos años. Cada uno de los familiares llevaba sobre sí una pancarta con la foto o el nombre de su desaparecido. Los casi 5.000 carteles iluminados por las antorchas, que se encendieron dos horas después de iniciada la marcha, le daban a la manifestación un tono macabro.
Entre los manifestantes destacaron los que formaron las columnas de las Juventudes Políticas Peronistas, los radícales y los intransigentes. Los jóvenes comunistas marchaban detrás, cercados por una barrera humana que formaban sus propios compañeros. Ya en la plaza, una de las madres le dio la bienvenida a los grupos socialistas y anarquistas. Hubo reconocimientos especiales para los adolescentes de varios colegios de enseñanza secundaria de Buenos Aires, que también reclamaban por sus desaparecidos.
La marcha fue presidida por una enorme pancarta de color verde en la que se leía: "Contra la amnistía". Detrás y en una sola fila, agarrados de la mano, caminaban Adolfo Pérez Esquivel, el premio Nobel de la Paz; la señora Hebe Bonafini, presidenta de las Madres de la Plaza de Mayo, y un representante de cada una de las organizaciones convocantes. Más atrás les seguían dirigentes de los distintos partidos políticos.
Una vez que fueron recibidas las adhesiones y apoyos, Pérez Esquivel leyó, desde lo alto del monumento de la plaza, el documento que ya había sido entregado antes a la Prensa. En él se insistía en el rechazo al proyecto de ley que daría impunidad a los autores de "crímenes contra la humanidad". El discurso fue interrumpido varias veces por las ovaciones y los gritos de la multitud que repetía: "Asesinos, asesinos", y coreaba estribillos tales como "Videla, Massera, la horca os espera" o " paredón, paredón para todos los milicos que defendieron la nación".
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