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Tribuna:Retrato de un triunfador melancólico
Tribuna
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'Oh, hoolly oh!'

Hace, ¿cuánto? ¿ocho años? ¿siete solamente?, paseando por South Kensington, en la misma esquina de Harrington Road y Old Brompton había, ¡ay!, una discoteca (todavía las casas de discos se llamaban discotecas y nadie bailaba en ellas a la luz íntima pero vertiginosa del estrobo y al estruendo del Dolby stéreo histérico) vi en el escaparate varios discos diferentes de un cantante de quien nunca había oído hablar antes. Su cara morena no era conocida pero sí sus dientes, más exhibidos que los de toda la familia Kennedy, poseedores de las dentaduras más célebres del mundo antes de Tiburón carátula, sin embargo, decía Julio Iglesias. Entré a la tienda y pregunté al dependiente "Who he?". Merespondió: "He-he", el dependiente era tartamudo, "es el cantante español que más discos vende ahora". Pensé que bromeaba pero no bromeaba: los ingleses no tienen sentido del humor.Ese fue mi primer encuentro, evitable, con Julio Iglesias. El segundo encuentro ocurrió cuando le propusieron al fotógrafo cubano Orlando Jiménez Leal dirigir la prirnera película de Julio Iglesias. Jiménez no pudo negarse: Leal no tendría en su vida otra oportunidad de dirigir la primera película de Julio Iglesias. Además, hay que considerar el aspecto artístico: le pagarían espléndidamente. Me contó Orlando, amigo apacible, su experiencia: "¡Nunca he visto derrochar tanto dinero en mi vida!", y Orlando no es precisamente tacaño: durante la filmación en España se gastó ¡14.000 dólares llamando a familiares y amigos por larga distancia! "Ahora, si pedías una grúa", añadió, "te traían una escalera de mano".

La tercera vez fue casi la vencida. Me trasladé a la cubana ciudad de Miami para participar en un programa de Trescientos millones con escritores de habla española en tres mundos. Su animador, Amestoy (la única persona que lleva en la segunda parte de su apellido la traducción al español de la primera parte en inglés: Am/estoy) quería iniciar la emisión con una obsesión americana: el dinero. Como es también una obsesión humana, todo humano Amestoy propuso situarme al sol frente a la isla que tiene en Miami Julio Iglesias. La cámara captaría en zoom la casa del cantante a años luz de distancia, y al retirarse enfocaría a Amestoy que en primer plano diría, después de mirar su reloj: "son las ocho de la mañana y Julio Iglesias acaba de despertarse. Mientras dormía, su fortuna aumentaba a razón de 3.000 dólares por minuto". Me volví a Amestoy y le pregunté: "¿Y qué pasa cuando Julio Iglesias tiene insomnio?". Tengo que decir que la entrevista comenzó de manera un tanto diferente.

Era una broma mía, claro, pero Julio Iglesias Incorporated no es cosa de chacota. Hoy día, ocho años después de mi primera pregunta ingenua en South Kensington, Julio Iglesias es más conocido en Inglaterra que Gabriel García Márquez. (De cierta manera el paralelo es justo porque Julio Iglesias es el García Márquez del bolero). Antes, cuando uno preguntaba "Who he?" la contestación cuidadosa era Hulio Higlesias. O, ya más íntimos, sólo Wholio; Algunos locutores locales todavía pronuncian su nombre Julio Jiglesias, lo que le confiere una cierta gracia de jota aliterada.

Rocío de risa

Pero ya nadie bromea: Julio Iglesias se ha convertido en una potencia popular y tres canciones suyas (o casi suyas: Begin the Beguine, Hey y Cuando se quiere de veras) han llegado alto en Top of the pops, el más popular programa con canciones de moda de la televisión inglesa. A veces, es cierto, Julio Iglesias se ha cubierto de un cierto rocío de risa en que su sonrisa blanca en los mares del sur (con vestales hawayanas que bailan hula-hula al fondo) ha bordeado el camp y el kitsch para caer en el mar Pacífico de la voz que arrulla como palmeras en la brisa marina. Julio (permítanme la leve confianza del tuteo) ha sabido, eso sí, traducir las letras de sus canciones en versiones que tienen la dudosa distinción de lo bilingüe. Ahora Julio Iglesias acaba de originar una operación que podría ser la pesadilla americana de Amestoy: gastará el cantante en lanzar sus discos al orbe anglosajón más de dos millones y medio de dólares en un año. De dúo con Barbra Streissand y Diana Ross, ellas cantarán boleros y Julio ingresará en el mundo pop con baladas como Hey, que en su voz de tenor a veces sueña a Hay -heno en inglés-. Hablando de pronunciaciones, ya ningún discorador duda al pronunciar su Julio y lo llaman todos por su nombre de pila español pero transliterado. Cuidando los ingleses de poner siempre una admiración final ante el éxito enorme de una voz olvidable y una sonrisa ubicua: Hoolly Oh!

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