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Un revés para la política de Mitterrand

El golpe de Estado de Alto Volta, con la vuelta al poder del pro libio capitán Sankara, supone un serio revés para la política de la Administración socialista francesa en África, donde Mitterrand se ha esforzado en demostrar en los últímos dos años que los compromisos tradicionales de París con los regímenes moderados seguirían manteniéndose incluso con intervenciones militares.Al mismo tiempo, la vuelta de Sankara supone un evidente éxito para el coronel Gadafi, que cuenta ya con dos aliados en el corazón del África Occidental: la Ghana de Jerry Raw1ings y el Alto Volta de Sankara.

La similitud entre el régimen de Jerry Rawlings y el que se acaba de instaurar en Uagadugu es evidente: ambos están dirigidos por un Consejo de la Revolución, han creado comités populares de defensa y pretenden concitar el apoyo popular contra el neocolonialismo, la corrupción y un sistema de partidos que aseguran es dañino para sus países.

El régimen de Rawlings recibe una considerable ayuda de Libia, y Sankara contará, sin duda, con el mismo apoyo de Trípoli, especialmente en un momento en que Libia se considera cercada por la intervención de Estados Unidos, Francia y Zaire en la guerra civil de Chad.

El fantasma del radicalismo militar, que cuenta con la simpatía y el apoyo de la Libia de Gadafi, se extiende, así, por el Africa Occidental, suscitando el temor tanto de Francia como de sus aliados en la zona: la Costa de Marfil de Huophouet-Boigny, el Togo de Eyadema (rodeado ahora totalmente por regímenes radicales), o el Níger de Seny Kountché. El temor alcanza incluso a Nigeria.

El ejemplo de Ghana, y antes de la Nigeria de Murtala Mohamed y Olesegun Obasanjo, ha calado hondo en toda África, que admira los métodos expeditivos usados por Rawlings para, acabar con la corrupción y la dedicación de estos regímenes a la causa de la liberación total del continente. Libia ha conseguido sintonizar perfectamente con estos regímenes radicales y se ha constituido en su ángel guardián, solucionando sus dificultades económicas. De este modo, el régimen de Gadafi ha logrado una vía de penetración en el continente negro infinitamente más efectiva que la de exportar el Islam que iritentó en los años setenta.

Vecinos peligrosos

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El éxito del golpe de Alto Volta coloca en grave peligro a regímenes como el de Costa de Marfil, principal receptor de inversiones francesas en África, que tiene planteada una difícil sucesión y alberga en su territorio a dos millones y medio de voltaicos, en su mayoría parti.darios de Sankara. Fue Houphouet Boigny el que más presionó al Elíseo para que se cortara en mayo la experiencia radical, de Sankara.El fracaso de París en cortar la radicalizacíón,de Alto Volta puede impulsar al presidente marfileño a buscar la garantía de Washington para su régimen, lo que podría conducir a una intensificación de la presencia norteamericana.

Los acontecimientos de los últimos meses en Uagadugu, Bobo-Diulasso y otras ciudades de Alto Volta indican que el capitán Sankara cuenta con un importante apoyo, no sólo entre los soldados, sino también entre los campesinos y estudiantes, lo que puede significar, junto con la ayuda libia, una permanencia relativamente larga en el poder.

En vista de la rápida reacción de Washington ante el deterioro de la situación en Chad, y de las continuas advertencias de Reagan a Gadafi, cabe esperar que Estados Unidos achaque inmediatamente a Libia la autoría o complicidad en el golpe de Alto Volta, extendiendo a varios países de la región la cuarentena a que ahora se ve sometida Libia.

Los presidentes de Gabón, Costa de Marfil, Togo, Níger y Zaire, que vieron con aprensión el acéeso al poder de los socialistas franceses, han multiplicado en los últimos meses sus aperturas hacía Estados Unidos, en una especie de chantaje a París, que ha recibido todo tipo de bendiciones del presidente Reagan. El propio ,Houphuet Boigny visitó Washington en junio donde se cree que aceptó la cesión de una base militar norteamericana en Costa de Marfil.

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