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After Dark, el arte del transformismo

After Dark.Espectáculo de 'music-hall'. Sala Whidsor. Madrid, 28 dejulio.

Ha llegado a Madrid un insólito espectáculo, After Dark, a las calurosas noches madrileñas. Pero, ¿qué es After Dark? Pues, sencillamente, nueve actores y transformistas suecos con mucho talento y buen rollo haciendo music-hall.

El espectáculo que esta compañía sueca presentó la pasada noche del jueves estuvo formado básicamente por un montaje de números musicales. Durante hora y media se sucedieron sin parar hermosísimas canciones. Temas estándar de todas las épocas y de todas las músicas que utilizan los chicos de After Dark con gran cariño para expresarse a sí mismos recreando y jugando con el mundo de los personajes que dieron vida a unas canciones tan bellas. Grabaciones originales de temas clásicos, pero nada obvios, de la comedia americana, mezclados con mucho humor y un poquito de pop.

El director y actor estrella del grupo, Christer Lindarw, nos loconfesaba entre divertido y certero: "El punk es demasiado viejo". Tal vez sea ese axíorna el principal causante de que hayan elegido una música tan buena simplemente porque les gusta. Un motivo que parece convincente.

La función dio comienzo con

toda la compañía bailando el Ain't misbehavin', de Fats Waller. A continuación, un popurri dedicado al cuarteto nórdico Abba, con las chicas en alarmante estado de gravidez. Y Miriam Makeba bailando el Pata Pata. Luego vendría Liza Minnelli en solitario, con I gotcha. Y de nuevo todos juntos en un bonito número de payasos con Barbra Streisand de telón de fondo. FunnyJace.

Hubo números especialmente brillantes, como el dedicado a Shirley Mac Laine, bailando de maraviHa Theres gotta be something better than this. Con un alarde de imaginación en la coreografia, en las máscaras y el maquillaje con Pink Floyd y The Wall creando el clima sirvieron un concentrado de brujas digno de Lindsay Kemp. De la mano de Annie, la ternura y el mundo de la infancia subieron al escenario. Shirley Basey se apareció como una diosa. En un suspiro dejó caer su adiós a las plumas y Christer quedó al desnudo con su pantalón vaquero. Tan solo un hombre.

Del fondo de la memoria brotó un regalo alucinógeno. La Lupe, la gran latino-neoyorkina de los sesenta, desgarró un pedacito de infierno. Su incendiaria versión del Fever de Leiber y Stoller. Y Brodway puso el punto final al espectáculo. No es donde empiezas, es donde acabas fue el eslogan de la noche. La luz despues de la oscuridad. Y para ilustrar esta filosofia, los chicos de After Dark salieron con trajes grises y paraguas. Vestidos como el hombre de la calle y con cara de aburridos, se fueron animando poco a poco hasta la gran mutación. Los trajes de paisano se llenaron de lucecitas, y las caras, de alegría. El gris desapareció y vestidos de tuxedo saludaron a un público encantado. Con el bis llegó la nieve. Y nevó sobre los espectadores, sobre el escenario, sobre todo el After Dark, con un viento fresco de belleza.

After Dark ofreció un gran recital gracias al talento de unos chicos guapísimos y guapísimas y a una pequeña ayuda de la técnica en lo de las luces y el escenario. Todo lo demás, buen gusto y mejor rollo.

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