La diplomacia española, en jaque
Un portavoz de Asuntos Exteriores declaraba ayer que no es previsible una ruptura de relaciones diplomáticas con Guinea Ecuatorial.Con tal afirmación se salía al paso de las noticias y rumores que habían circulado en las últimas horas sobre la inminencia de una ruptura.
Tal afirmación no tendría nada de sorprendente si dejara abierta la posibilidad de acciones de castigo diplomático, como es la retirada sine die del embajador, recurso frecuentemente utilizado por la diplomacia. ( ... )
Pero tal posibilidad queda cerrada en la declaración del portavoz ministerial. Según sus palabras, las relaciones con Guinea Ecuatorial no sólo no se han deteriorado, sino que han experimentado una ligera mejoría.
Los ciudadanos españoles debemos estar muy mal informados oficialmente. No nos consta que le haya sido conmutada la pena de muerte al sargento Venancio Mikó, con cuyo extrañamiento se comprometieron autoridades guineanas con el ministro español de Exteriores, Fernando Morán.
Y tampoco parece que sea un dato indicador de la mejoría el reciente apaleamiento sufrido por dos pescadores españoles en una comisaría de la policía guineana, hecho sobre el que no ha mediado ninguna explicación.
Y en estas condiciones se anuncia la próxima llegada de Teodoro Obiang a Madrid, sin que a efectos prácticos haya dado contestación a los requerimientos del Rey y de Felipe González, sobre los compromisos que han sido contraídos con el responsable de la diplomacia española, sobre la suerte del sargento Mikó, aislado en la embajada de España después del frustrado golpe de Estado de la pasada primavera.
Las decisiones diplomáticas necesitan siempre de una cautelosa espera. Pero si en este clima se declara que las relaciones mejoran, que nadie espere ningún respeto diplomático internacional hacia nuestro país si Guinea Ecuatorial, un Estado pequeño, miembro de la comunidad hispánica y con una cuantiosa deuda a nuestro favor, se burla de los compromisos contraídos con nuestras autoridades.
27 de julio
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