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Crítica:FLAMENCO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La noche de los gitanos

Y al final, el pequeño escenario se convirtió en algo así como un rincón del barrio jerezano de Santiago. El esplendor de la fiesta gitana, los mejores aires bulearieros que hoy se hacen tuvieron una breve pero intensa explosión avanzada ya la madrugada. Que las bulerías son el palo festero por excelencia es verdad, como lo es que tienen muy poco de festivas, y si no, ahí está la magistral lección de Paco Valladares, que bailó con empaque, sobriedad, señorío, solemnidad -¿por qué no?-, sus manos, sus prodigiosas manos arriba, acariciando el aire de la noche con exquisita delicadeza. Le cantaron dos jerezanos, Sordera Hijo y José Mercé, que bailaron también, como bailaron otros gitanos que habían subido a las tablas para hacer el son. Una hermosa fiesta.Enrique Soto, el hijo de Sordera, había cantado antes bien, especialmente por soleá, y su primo Mercé dejó unas siguiriyas para la historia. El festival Flamenco de una Noche de Verano se celebró el pasado sábado en el hotel Maguilar, de Valdemoro, con un programa gitano prácticamente en su totalidad. Bailó La Chunga como en ella es habitual, es decir, que hizo un espectáculo agradable, con estampa y donaire, sin mayores maravillas. Más enjundia flamenca tiene el trabajo de los bailaores que la secundaron, Faiquillo y Ricardo Veneno, excelentes los dos. Atrás cantaron Guadiana y Toni Maya.

La herencia de Manolo Caracol

Oímos cantar también a Enrique Ortega, el hijo del inolvidable Manolo Caracol. Tiene una voz cantaora y un eco que recuerdan los de su padre, y canta las cosas que cantaba aquel artista sin par, pero es inevitable, la comparación surge sin querer y, hoy por hoy, el genio de Caracol no tiene sucesor. Me pareció, además, que Enrique no,está en su mejor momento.

El Moro, con voz rota y rajo gitano, hizo con propiedad estilos en que el compás impone su ley: soleares y bulerías. Luisa Martos, que gustó mucho a la concurrencia, se aleja de lo flamenco para brillar como cancionera en unas interpretaciones en que el baile tiene una parte sustancial. Muchas guitarras, con lo que obviamente el toque fue irregular. Destaquemos, sin embargo, el de otro gitano jerezano, Diego Carrasco, perfectamente adecuado al acompaña miento del cante.

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