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Reportaje:

El Dueso, con la libertad a la vista pero no al alcance

Dormitando sobre el césped, jugando al fútbol o al tenis -principalmente los extranjeros-, paseando o cultivando pequeños trozos de terreno, práctica prohibida formalmente pero autorizada de hecho, y al margen de la explotación agroganadera oficial, los internos matan las horas con férrea voluntad.Algunos, pocos, quizá piensan en la fuga posible, pero no probable, dadas las características del penal -un gran espacio abierto sin obstáculos que dificulten la visibilidad entre la zona autorizada de paseo y las murallas-. El carro de la basura y los desagües que dan al mar fueron, en las pocas ocasiones que se produjeron, la vía escogida para los intentos de fuga. Precisamente, el pasado miércoles fue advertida la evasión en el carro de la basura de Manuel Jesús Velázquez, detenido por robo y drogas, que fue apresado días después. Una fuga diferente se produjo hace ya algunos meses, cuando un interno protagonizó la excepción a la regla, saltando el muro, aprovechando una niebla repentina caída sobre el penal en plena tarde, efecto mateorológico frecuente por la ubicación del centro.

La presencia en el Dueso del presidente de la Comisión de Justicia, el senador Mario García Oliva, aviva la curiosidad y también las especulaciones en torno a la aplicación de la reforma de la ley de Enjuiciamiento Criminal, publicada en el Boletín Oficial del Estado, y que entrará en vigor el próximo día 18. No hay cuestiones generales, sino particulares, en el interrogatorio a que se somete el senador socialista, y que, por extensión, se abate también sobre los informadores que. le acompañan. Cuatro horas para contestar a 46 presos que habían solicitado la entrevista y una casi única pregunta: "¿A mí cómo me afecta la reforma?". La respuesta prometida por escrito despejará sólo algunas dudas. "Lo que queremos es que nos informe", gritan voces anónimas en las galerías, obteniendo la promesa del parlamentario de que al día siguiente se repartirían fotocopias de la ley a todos los internos que lo solicitaran.

El paro y el cambio

"Comprendan que si hay paro en la calle, también es lógico que aquí se note". El nuevo director, Luis Herbella, nombrado el pasado mes de enero, intenta justificar así el cierre de la mayor parte de los talleres desde 1979, y anuncia la puesta en marcha de algunos de ellos.Los presos denuncian la situación, aunque precisan responsabilidades, que cargan en el anterior director, Domingo Díaz Mayordomo, al que todo el mundo apoda Capitán Veneno. Pablo, posiblemente uno de los que se verán beneficiados por la reforma legal, es contundente en separar y diferenciar etapas. "Por supuesto que una prisión es una prisión, y nadie queremos estar en ella, pero con la nueva dirección, al menos, se cumple la ley, que es lo mínimo, aunque se eche en falta un reglamento de prisiones más preciso y actualizado que impida que los funcionarios puedan aplicarlo según sea su humor".

El reglamento, y sobre todo el sentido común, posibilita también una cierta flexibilidad en la aplicación de las normas, positiva a veces, negativa otras. El mercado paralelo de verduras, cultivadas por los propios penados, y de pastelería -dos puestos en plena galería, regentados, respectivamente, por un alemán y un holandés- o la venta de botellines de cerveza -aunque legalmente cada penado sólo tiene derecho a uno por comida- son permitidos, sin que por ello se produzca problema alguno.

Algo diferente es la situación creada por la venta de droga, principalmente hachís -medio gramo cuesta 500 pesetas-, aunque también se vende cocaína y heroína. El escaso número de funcionarios en la galerías -92 integran la plantilla, pero sólo hay seis para vigilar una de ellas con 500 penados- y la imposibilidad de controlar el amplio perímetro de muro hace posible la entrada de droga y un comercio rentabilísimo, sin duda, para algunos. La reventa o alquiler de revistas -cuanto mayor sea el número y calidad de las fotos femeninas mayor es el precio- desviadas del control de censura ejercido sin limitación por el cura de la prisión, que, en cambio, permite la proyección de películas S los sábados y los domingos, a 40 pesetas la entrada, completan la economía subterránea de la prisión.

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Capítulo aparte merece el tráfico de colchones y taquillas, inexistentes, según los funcionarios, pero fáciles de comprar o alquilar a otros reclusos para amueblar las 312 pequeñas celdas, la mayor parte de ellas previstas como individuales y actualmente ocupadas por dos reclusos.

El aumento de la población reclusa ha producido el hacinamiento y el empeoramiento de las condiciones de limpieza en servicios y duchas -un total de 20 para los 734 presos que actualmente se hallan en el Dueso-. Problemas de capacidad que pusieron fin a una reliquia del pasado: la celda que ocupara el general Sanjurjo durante la República, y en la que el régimen anterior colocó una placa conmemorativa, que durante años afrentó diariamente a la amplia nómina de presos políticos que pasaron por el Dueso.

En opinión del director del penal, el aumento del número de reclusos seguirá creando sítuaciones difíciles, aunque el hecho de que se trate de presos seleccionados por la junta de calificación en segundo grado "hace mucho más improbable la conflictividad que se produce por falta de algunos de sus derechos". Situación ante la que sólo cabe mejorar las condiciones de vida, para lo que se ha aprobado recientemente un presupuesto de 250 millones de pesetas. Su destino, la realización de nuevos locutorios para visitas, la creación de salones comedores para que los penados puedan estar acompañados de su familias y las construcciones de algunas habitaciones para las comunicaciones íntimas previstas por la ley, y actualmente realizadas en. condiciones degradantes. Son previsiones a corto plazo, pero que difícilmente calan entre los presos, para los que "son ya demasiadas promesas incumplidas".

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