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Tribuna:TRIBUNA LIBRE
Tribuna
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Los pecados capitales de nuestra Universidad/ y 2

La principal causa de la crisis universitaria es simplemente la incomprensión de lo que es la Universidad moderna. Para los que están empleados en nuestra Universidad, ésta suele ser un lugar de trabajo como cualquier otro, aunque más cómodo y mejor protegido que un empleo en la empresa privada. Para los que estudian en ella, la Universidad es una máquina que a cambio de algún esfuerzo otorga una hoja de papel que permite conquistar o conservar un rango social. Ni unos ni otros comprenden que la auténtica Universidad moderna es, ante todo, un centro de creación y difusión de conocimiento original, y sólo subsidiariamente herramienta de movilidad social, lugar de diversión, campo de deportes o arena política.La segunda causa de la crisis es la endeblez de la autonomía universitaria: el hecho de que los Gobiernos y grupos de presión suelen considerar la Universidad como una palanca de poder. De aquí que los cargos universitarios se obtengan a menudo con ayuda de influencias políticas o religiosas. Esto no se limita a nuestra Universidad. (Se cuenta que en Italia y en Austria es imposible acceder a la cátedra a menos que se sea católico o de izquierda. Más aún, habría un pacto de caballeros por el cual cada vez que se designa a un católico también se nombra a un marxista. No se me pidan estadísticas para avalar este rumor, porque no las hay.) En definitiva, la ideología priva a menudo sobre la competencia.

El efecto de las dos causas mencionadas es que nuestra Universidad no está en condiciones de cumplir su misión cultural, y social. Incluso los contados investigadores productivos que trabajan en ella suelen tropezar con obstáculos de todo tipo: burócratas que no cooperan o que carecen de medios; laboratorios, talleres y bibliotecas paupérrimos, y estudiantes remisos a dedicar varios años a la investigación antes de ser designados profesores.

Los siete pecados capitales de nuestra Universidad no se redimirán recitando un par de padrenuestros. A grandes pecados, grandes penitencias. He aquí algunas de ellas:

1. Revisión periódica de la actividad de todas las personas y de todos los departamentos.

2. Nombramiento, en todo cargo académico, por riguroso concurso.

3. Revocación de los fueros feudales de los catedráticos.

4. Dedicación exclusiva de todo investigador.

5. Reorganización de la Universidad por departamentos genuinos.

6. Plan de becas para estudiantes necesitados.

7. Participación estudiantil.

La revisión periódica consiste en que cada cinco o seis años una comisión independiente (formada por investigadores pertenecientes a otras instituciones) evalúa la tarea realizada por el catedrático, departamento, instituto o laboratorio en cuestión. El dictamen de estos examinadores externos debiera ser decisivo para que las autoridades universitarias renueven o cancelen los nombramientos de las personas en cuestión. Quienes no hayan producido satisfactoriamente, pero hayan trabajado como mínimo 20 años en la Universidad, debieran tener la salida honorable de la jubilación, aunque sea temprana.

El concurso de todos los cargos implica que todos los puestos académicos, salvo los ad honorem, deben ser cubiertos por oposición. Y que los concursos podrán ser declarados inválidos si se prueba que hubo discriminación por ideología política o religiosa, por nacionalidad o por sexo.

Las dos medidas anteriores disminuirían en mucho los fueros feudales de los catedráticos, pero no bastarían para revocarlos. También es preciso que cese la propiedad privada de las asignaturas. El catedrático debiera tener el privilegio de proponer cada año las asignaturas que quisiera impartir, pero su departamento debiera tener el derecho de decidir la distribución de las asignaturas entre sus miembros.

La dedicación exclusiva (full-time) es derecho y obligación de todo investigador auténtico. No debiera otorgarse sino a investigadores productivos y sus asistentes y alumnos de tesis.

La reorganización de la Universidad por departamentos, tal como lo prescribe la nueva ley universitaria española, es indispensable para la cohesión de las gentes dedicadas a una misma disciplina (hoy a menudo dispersas en diversas facultades), así como para evitar duplicaciones innecesarias y facilitar la evaluación del trabajo de cada cual. Pero habrá que estar alerta a la posible trampa consistente en rebautizar las cátedras con nombres de departamentos.

Si se quiere abrir la Universidad al pueblo será indispensable instituir un amplio plan de becas que permitan a jóvenes necesitados no sólo iniciar sus estudios universitarios, sino también terminarlos. Estas becas debieran ser costeadas, en justicia, por los aranceles a cobrar a los estudiantes de las familias con recursos.

Finalmente, si se quiere acabar con la apatía del estudiantado frente a los valores académicos, será preciso exigirle más, así como hacer lugar a representantes estudiantiles en organismos de gobierno, colegios mayores, cafeterías, etcétera.

Sin duda, las siete medidas que acabo de sugerir pueden completarse con muchas más. Por ejemplo, todos los investigadores debieran gozar de un año sabático para ponerse al día con su disciplina. Otra medida necesaria es acabar con las publicaciones especializadas de facultades y universidades, órganos en los que es muy fácil publicar, promoviendo, en cambio, la fundación de órganos especializados únicos y de nivel aceptable publicados por sociedades científicas con el concurso del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Sin embargo, juzgo que las siete medidas que propongo más arriba bastarían para transformar nuestra Universidad en una auténtica Universidad, menos costosa, más al alcance del pueblo y al servicio de la cultura universal. En todo caso, confío en que mis propuestas sean lo suficientemente radicales para contribuir al debate público sobre los pecaminosos hábitos de nuestra Universidad y cómo corregirlos.

, físico y filósofo argentino, enseña desde 1966 en la McGill University, de Montreal. Es autor de unas 300 publicaciones, entre ellas Treatise on basic philosophy (en curso de publicación), Materialismo y ciencia, Filosofia de la física y Controversias en física (próxima a aparecer).

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