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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Nuevas tendencias en Japón

LAS RECIENTES elecciones a la Cámara alta de Japón han tenido una importancia que supera con mucho sus efectos estrictos en el plano parlamentario. Se trataba de elegir 126 senadores, es decir, la mitad de los miembros de dicha Cámara. El nuevo presidente del Gobierno, Yasuhiro Nakasone, que ocupa este cargo desde noviembre de 1982, se sometía por primera vez a la prueba de los votos ciudadanos. Éstos han dado una pequeña victoria al partido gubernamental, liberal-demócrata, que ha obtenido 68 senadores (anteriormente tenía 65) y que consolida con ello su mayoría absoluta en la Cámara alta, de 137 escaños sobre un total de 252. Hay que tener en cuenta que dicho partido dispone también de una mayoría absoluta en la otra Cámara, el Congreso, con 282 diputados sobre 511. El partido socialista, principal fuerza de oposición, ha sufrido una pérdida de cinco senadores; los otros partidos menores se han mantenido.Pero este éxito del presidente Nakasone representa, probablemente, un cambio profundo no sólo de la política, sino de la mentalidad social japonesa. Como consecuencia de la derrota en la segunda guerra mundial, y particularmente de las bombas de Hiroshima y Nagasaki, la población japonesa se ha mostrado en las últimas décadas particularmente sensible ante cualquier paso que pudiese significar retomo a una política de rearme y de hegemonía en el exterior. Es más: la Constitución aprobada en 1947 tiene un contenido netamente pacifista.

Simultáneamente, el mantenimiento de los gastos militares a un nivel reducido ha sido a todas luces uno de los factores del milagro económico japonés: la renta per cápita ha pasado de unos 400 dólares en 1960 a cerca de 10.000 dólares en 1980. En la actualidad, no cabe ya hablar de milagro, pero Japón, en plena crisis mundial, tiene índices bajos de desempleo y de inflación en comparación con el resto del mundo industrializado. En el terreno político, lo característico ha sido la estabilidad: el gran partido conservador que actualmente encabeza Nakasone, llamado liberal-demócrata, ha logrado conservar agrupadas a diversas corrientes con un juego de equilibrios y clientelas complicado, y ha ejercido así el poder sin interrupción desde 1955.

Este partido ha tenido siempre buenas relaciones con EE UU, otorgando incluso a esta nación bases y facilidades militares, a pesar de resistencias muy fuertes, incluso manifestaciones de masas, sobre todo de sectores jóvenes de la población japonesa. Pero lo que estaba sometido al juicio. de los ciudadanos en las recientes elecciones era otro problema: en los siete meses que lleva en el poder, Nakasone ha introducido una tendencia nueva, ha impulsado una política resuelta de incremento de los gastos militares de Japón, de preparación de una presencia japonesa mucho mayor en la estrategia mundial y particularmente en Asia. Dentro del partido liberal-demócrata, Nakasone (que ya fue ministro de Defensa en anteriores Gobiernos) se ha singularizado por actitudes militaristas y nacionalistas. Esta tendencia ha sido, además, estimulada y en cierto modo exigida por EE UU. Puede sorprender si se remite uno al pasado; pero lo que determina hoy la actitud del presidente Reagan es, por un lado, la necesidad de reforzar una estrategia mundial encaminada a paralizar y debilitar a la Unión Soviética, y por otro, la conveniencia de privar al competidor japonés de las ventajas que éste ha sacado de la escasez relativa de sus gastos militares. Este esfuerzo de Nakasone por dar a Japón un papel nuevo en la vida internacional se ha plasmado recientemente en que ha firmado, al lado de los dirigentes de los países del Pacto Atlántico, la declaración de Williamsburg sobre estrategia y seguridad militares.

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Muchos observadores preveían que esta política iba a suponer un castigo por parte de los electores al partido liberal-demócrata. Ha ocurrido lo contrario. Lo cual indica que, al menos entre el electorado conservador, se abre paso una tendencia a dar menos peso a los factores morales y políticos derivados de las terribles experiencias de la segunda guerra mundial, a difuminar el pacifismo constitucional, a asumir cierto renacer militarista.

Las elecciones al Congreso, la cámara competente para la designación del Gobierno, se celebrarán el año próximo. En ese momento será posible medir hasta qué punto las oscilaciones aparecidas en las elecciones senatoriales parciales del mes pasado reflejan corrientes profundas de la sociedad japonesa.

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