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Más de 2.000 personas celebraron el Día de la Sierra Norte, una reivindicación de las señas de identidad rurales

El Día de la Sierra Norte se celebró el pasado fin de semana en Villavieja del Lozoya con una asistencia de público animoso, divertido y entregado, que superó las expectativas más optimistas de sus organizadores, los componentes del Grupo Concejo. Se trata de una entidad formada por jóvenes, hombres y mujeres que viven y trabajan en la sierra, cuyo único objetivo es revitalizar la vida de la comarca, subdesarrollada hasta tal punto que se la califica como las Hurdes de la Comunidad autónoma de Madrid.

La fiesta comenzó a las cinco de la tarde del sábado y continuó hasta las seis de la madrugada del domingo. Incluso la fecha elegida -el fin de semana más cercano al 21 de junio, equinoccio de verano, festividad pagana- habla de los deseos de los organizadores de rescatar del predominio de la sociedad urbana las señas de identidad de una sociedad rural, que no tiene por qué ser sinónimo de miseria, esquilmada y empobrecida, en este caso por la atracción del agujero negro que es la capital.El Grupo Concejo lo forman apenas 15 personas, pero no ha habido problemas a la hora de recabar y recibir ayudas para organizar la fiesta. Luis Maestre, consejero de Agricultura de la Comunidad Autónoma, y antes delegado de Medio Ambiente de la Diputación Provincial, aportó toda los medios técnicos necesarios. Los maestros de los colegios de la comarca desempeñaron un papel fundamental, movilizando a todos sus alumnos. Vecinos particulares e ofrecieron a trasladar en sus camionetas el agua, los troncos adecuados para las hogueras o cualquier cosa que hiciera falta.

La fiesta se celebró en las Eras de la Cañada, una planicie rodeada de montañas en las cercanías de Villavieja de Lozoya, pequeña localidad situada a la altura del kilómetro 80 de la carretera de Burgos, enfrente de Buitrago de Lozoya. Durante 12 horas, en un pequeño escenario, grupos de jotas y bailes serranos dieron un recital del folklore de la comarca. Entre ellos hubo una actuación que encandiló especialmente al público, la ofrecida por el conjunto folk Nuevo Mester de Juglaría.

La gente acudió en autocares desde todos los pueblos serranos, algunos situados a 40 kilómetros, y el trasiego de coches particulares venidos de la capital fue constante. En un tenderete se vendieron folletos sobre la vida e historia de la comarca y recopilaciones de cantares populares realizadas por grupos de alumnos; en otros se servían bebidas y comidas; alguien encendió una enorme hoguera para defenderse, entre baile y baile, del vientecillo fresco que corrió a ratos, acompañado de conatos de lluvia que no llegaron a cuajar. Los niños disfrutaron de un día completo de actividad al aire libre; a las seis de la mañana, cansados y felices, fueron repartidos 50 litros de chocolate y bollos para los 200 supervivientes de la jornada -se calcula que 2.000 o 3.000 personas desfilaron por el lugar-, y todo el mundo se fue a dormir.

Hacer innecesaria la inmigración

El Grupo Concejo cubrió a la perfección el objetivo inmediato de la fiesta, ofrecer un día de diversión a gente que trabaja mucho para sacar apenas lo indispensable para la supervivencia. A largo plazo, el objetivo es mucho más ambicioso y puede resumirse en una sola frase: que los jóvenes de las tres subcomarcas que forman la sierra norte, también denominada sierra pobre, conocidas como la Sierra, la Jara y el Valle, tengan en sus pueblos los puestos de trabajo y las oportunidades culturales y recreativas que hagan innecesaria la inmigración a Madrid.El proceso de industrialización de Madrid actuó como un sumidero que se llevó hacia sus fábricas a la juventud de la sierra. Incluso los tímidos intentos de elevar el nivel de vida de la comarca, construyendo escuelas o carreteras, tuvieron un resultado opuesto; los jóvenes se marcharon de los pueblos precisamente en cuanto tuvieron un bagaje cultural o una preparación laboral mínimo. En los últimos 20 años, la agricultura y la ganadería han ido decayendo, encorsetados los agricultores y ganaderos en formas de producción que no eran competitivas con los modemos sistemas. Los esfuerzos de los ganaderos sólo han enriquecido a las centrales lecheras, por poner un ejemplo. Paralelamente, las mejores tierras de la sierra, abandonadas por el envejecimiento de la población y la falta de brazos para trabajarlas, se han ido convirtiendo en soporte de los chalés de fin de semana de los madrileños.

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Comarca de acción especial

La situación de subdesarrollo ha llegado a ser tan crítica que el Gobierno de UCD acordó su declaración como comarca de acción especial. En síntesis, eso significa que los índices de productividad y la falta de equipamientos sociales e infraestructuras básicas han llegado a un nivel tan mínimo que sus habitantes no tienen ninguna posibilidad de remontar la situacion por sí solos, y necesitan la ayuda de una política de inversiones extraordinaria. Hasta ahora, sin embargo, los planes y las buenas palabras no se han llevado a la práctica.El Grupo Concejo tiene las ideas claras respecto a lo que hay que hacer, pero los problemas de resolución previa son muy complejos. Es necesario modificar, de entrada, el irracional reparto de propiedad de la tierra, minifundista y, por tanto, antieconómico. Hay que vencer el inmovilismo tradicional de sus habitantes. Hay que crear cooperativas de producción, potenciar las posibilidades de turismo interior, facilitar la creación de industrias no contaminantes, etcétera.

Y todo ello, con la colaboración de la Administración pública central y, en particular, de la Comunidad Autónoma. Políticamente, aunque ésta es una idea que se encuentra aún en debate, se perfila como solución más conveniente la creación de una mancomunidad de alcaldes de la sierra, capaz de estudiar y negociar sin intermediarios, con el Gobierno regional, las medidas necesarias.

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