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El tribunal admite, a petición de la defensa, una prueba pericial para dilucidar la polémica sobre los casquillos desaparecidos

El tribunal que preside la vista oral contra el presunto asesino de los marqueses de Urquijo decidió a última hora de la tarde de ayer aceptar que se practique una nueva prueba balística solicitada por la defensa a la vista de la desaparición de los casquillos y las balas que constituyen la principal prueba acusatoria contra el único encartado, Rafael Escobedo. Las pruebas periciales de balística y psiquiátrica, la comparecencia de los forenses y las declaraciones de Diego Martínez, administrador de los Urquijo; Miguel Escobedo, padre del acusado, y Richard Rew, norteamericano, que actualmente convive con la esposa del procesado, ocuparon la tercera jornada del juicio.

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La 'geometría del arma'

La nueva prueba, consistente en disparar 100 casquillos Winchester de alta velocidad con una pistola marca Star modelo F del calibre 22, similar a la presuntamente utilizada para dar muerte a los marqueses de Urquijo, fue solicitada por el abogado defensor, José María Stampa, para apuntalar su hipótesis ampliamente expuesta de que los dos casquillos presentados como prueba contra Escobedo (uno, encontrado en la finca de los Escobedo, y otro, percutido en la casa de los Urquijo) no fueron disparados con la misma arma.La prueba balística con la que se inició la tercera jornada, y que consumió casi toda la sesión de mañana, generó una amplia discusión -después de que Stampa rechazase el peritaje policial- entre los técnicos policiales llamados por la acusación pública y los peritos civiles presentados por la defensa. En un momento determinado Stampa, que mostró conocimientos de balística, retó -la palabra fue rechazada por el tribunal- a los policías a que se realizase la prueba, lo que aceptaron éstos. La sala resolvió al final de la jornada.

Prueba psiquiátrica

La prueba psiquiátrica consistió también en un careo entre los dos médicos de la acusación y los dos presentados por la defensa, todos los cuales partieron de un punto común: Rafael Escobedo, Rafi, como se le cita habitualmente a lo largo de la sesiones, que mantiene una entereza y un buen aspecto notables, es una persona inmadura. A partir de ese extremo, las teorías de cada parte difieren, aunque tampoco excesivamente.

Los peritos del ministerio público sostienen que se trata de una personalidad "dentro de los límites de la normalidad", con relaciones de dependencia y con una posible base neurótica, con un alto grado de sociabilidad, afectividad y emotividad, ambos inestables, y cuya alteración puede producir a veces reacciones agresivas, especialmente cuando se produce una frustración del estilo de un fracaso matrimonial. Es decir, en su opinión, desde un punto de vista médico-legal, pueden ser lógicos los hechos que se le imputan.

Para los peritos de la defensa, encabezados por el doctor Enrique Rojas, del hospital Clínico, Escobedo no es un enfermo psíquico, aunque presenta aspectos inmaduros en los campos de la afectividad, la inteligencia y la voluntad, ni es un psicópata en el estricto sentido de la palabra. En su opinión, las presiones psicológicas a las que estuvo expuesto tras su detención en las oficinas policiales descalifican cualquier tipo de afirmación de Escobedo, ya que en un caso así "este sujeto no es responsable de lo que dice".

Esta afirmación, clave tanto para la línea de la defensa como para la acusación, provocó la intervención de uno de los cinco magistrados del tribunal, que quiso saber si los peritos del fiscal estaban de acuerdo con esta tesis, a lo cual respondieron los doctores Ortiz Valero y Fernández que, efectivamente, podría considerarse que sí, aunque en todo momento matizaron que debería anteponerse un puede que sí.

Importante revelación

Los médicos forenses hicieron una revelación considerada importante por la defensa: alguien, de quien los doctores no supieron señalar su identidad, había lavado los cuerpos con agua caliente y había hecho desaparecer los restos de pólvora y estigmas de los orificios de las balas. Cuestión por la que uno de ellos declaró: "Evidentemente esto no es normal en la práctica de la medicina forense. Es como si alguien intentase ocultar algo", afirmación a cuya segunda parte un compañero quitó hierro inmediatamente.

Excepción hecha de la confesión de culpabilidad hecha por Escobedo, de la que se retractó posteriormente, y que es la cuestión central de la vista, desde el punto de vista de la ley de Enjuiciamiento Criminal no se le ha podido probar al acusado ninguna de las presuntas pruebas.

La declaración del administrador de los marqueses fallecidos -aún hoy en la casa Urquijo produjo momentos de fuerte tensión y con ello nuevos e irónicos intercambios verbales entre el presidente del tribunal y el abogado defensor, ajenos aparentemente a la prueba testifical, como produjeron discusiones poco habituales en una sala de justicia entre el testigo y el defensor que no siempre fueron cortadas por la presidencia.

Confirmó la amenaza de deshederar a Miriam si se casaba con Escobedo, "aunque se hizo una boda sonada"; las malas relaciones entre el marqués y el acusado; señaló que había negado a Rafi un préstamo de cuatro millones de pesetas, por orden de Juan de la Sierra; negó que amenazase a éste con una pistola; dijo que la herida que tenía en un brazo al día siguiente al de autos se la produjo por los arañazos de un perro, y no por ningún cristal u otra superficie externa de la casa, y que en el momento de la detención de Escobedo se hallaba en Londres por un viaje de negocios. "Uno de los 200 viajes que he hecho a aquella ciudad", precisó.

Declara el americano

Richard Denis Rew, ligado sentimentalmente a Miriam, la esposa del procesado, declaró ante el tribunal que en Estados Unidos fue profesor de literatura y se, había doctorado en literatura y periodismo. Y más tarde se dedicó a un negocio de sistemas de alarma.

Vino a España con una compañía de productos químicos y conoció a Miriam en el verano de 1977. Trabajaron juntos en la misma empresa, en la que también prestó sus servicios Rafael Escobedo. El 31 de julio se fue a Oviedo en un viaje de negocios. No le acompañó Miriam porque quedó al cuidado de un hijo que tiene aquél de su primer matrimonio en Estados Unidos -está divorciado.

El defensor de Escobedo le preguntó si Rafi se sentía molesto por las relaciones que él mantenía con su mujer. La respuesta fue: "No sé, no estuve hablando con él". En ese momento Miriam, que asiste a la sesión en la sala, se rió abiertamente.

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