Un montaje polical, según Escobedo
Rafael Escobedo Alday, único procesado en relación con el asesinato de los marqueses de Urquijo, negó ayer cualquier participación suya en estos hechos y señaló incluso que la principal prueba presentada contra él había sido preparada por los policías que fueron a detenerle.Esta prueba -los casquillos han desaparecido- y la que resta es la confesión que el acusado realizó ante la policía y ante el juez, en la que se reconoció autor de los dos asesinatos. Ayer dijo que tras su detención y en la Dirección General de Seguridad fue sometido a trato vejatorio y humillante, además de recibir una bofetada y que sólo confesó ser el autor de las muertes cuando los inspectores le mostraron a su padre esposado, "a través de un cristal por el que yo podía verle, pero no él a mí", y de que le dijeran: "Si no confiesas, tras tu padre detendremos a tu madre y después a todos tus hermanos".
Dijo igualmente que, por el trato recibido, perdió la noción del tiempo al poco de ingresar en las dependencias policiales, y que al día siguiente, conducido ante el juez, estaba tan extraordínariamente cansado que no recuerda nada de su declaración, excepto que se ratificó en todo. Los esfuerzos del fiscal, en esta parte, más machaconamente insistente, y la lectura de su declaración no sirvieron para refrescar la memoria del acusado: no recordaba prácticamente nada.
En resumen, una estrategia defensiva montada en torno a dos pivotes básicos: coaccionado, confesó ante la policía, y aturdido y agotado, no recuerda cuál fue la confesión ante el juez. La confesión ante la policía la hizo en virtud de un pacto con los inspectores que le interrogaron. "Los inspectores escribieron lo que les pareció. Ni siquiera se preocuparon de sacarme información. Se limitaron a escribir una declaración con una historia verosímil. Yo la firmé sin preocuparme de su contenido. Daba igual. Era un pacto, y yo tenía que cumplirlo".
En su intervención, Stampa apuntaló una doble línea de defensa: coacción y agotamiento. Que Escobedo sólo quiso salvar a sus familiares.
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